“En Argentina existe esa cosa extraña: queremos ser populistas en la música clásica y así solo degradamos el status del artista clásico”


“En Argentina existe esa cosa extraña: queremos ser populistas en la música clásica y así solo degradamos el status del artista clásico”

Antonio Seoane es un compositor, intérprete, actor, director y bailarín nacido en Montevideo, república del Uruguay. Medios Lentos conversó con el creador de “Gardelianos”, acerca de la posición actual de la música clásica argentina, el papel que juegan los artistas en la sociedad y el rol polémico de las instituciones formadoras de los mismos.Artista multifacético. Profesional, arriesgado y comprometedor. Desafiante de su talento, articulador de estilos artísticos en cada espectáculo. Antonio Seoane es un compositor, intérprete, actor, director teatral y bailarín de danzas uruguayo, que ensambla todas esas virtudes en un rompecabezas artístico.Antonio Seoane es un teatro musical.Su repertorio como tenor lírico ligero incluye música de cámara y ópera (Schumann, Fauré, Mozart, Verdi, entre otros tantos), boleros y tango (reconocido por sus conciertos y aportes musicales sobre Carlos Gardel). Él mismo explica sus comienzos: “Me apasionaba la expresión artística desde sí misma como una forma de entrar a un mundo poético a través de las cuestiones de la vida cotidiana que tuvieran que ver con lo trivial o utilitario. Desde niño lo supe.”¿Qué significa ser un artista? ¿Cuál es su objetivo en la comunidad?Creo que lo especial de un artista es ver más allá del uso material de las cosas o circunstancias y puede percibir la existencia de un espacio que, personalmente, llamo “espacio poético” entre las cosas y el que las percibe. El que percibe desde lo poético transforma el mundo. El artista es un embajador de ese mundo y tiene la misión de abrir esa puerta a la percepción y corazón de la gente común que no puede ver más que simples objetos: el artista permite ver la otra posibilidad como un pasaje al mundo de la fantasía, donde las cosas se ven creativamente o como detonantes de ella. El corazón bello de las personas siempre está presente. Necesita que alguien lo despierte, esa es la misión del artista. Ayudar, desde su realización y sus búsquedas, a las personas a que ilumine una parte de la vida, ya sea con música, con una película. Por eso el artista es tan importante, ayuda a las personas a ver el lado bello de la vida, dando esperanzas. La pregunta sería: Antes de ser artistas, ¿somos felices? Primero soy feliz, luego soy un artista, lo cual me transforma en un artista de verdad. El verdadero arte es aprender a vivir y encontrar en ese aprendizaje el cómo se vive.¿Qué papel juegan las instituciones formadoras de artistas?El centro de la cuestión son las personas. Las instituciones son un medio. Depende de hasta dónde uno está dispuesto a luchar para desarrollarse y aprovechar lo que la institución puede proveerle como espacio contendedor, pero siempre es un territorio con incertidumbres. A veces puede haber, en una cátedra, alguien que te dice una barbaridad y de repente te hace pensar que efectivamente vos no servís para nada y que tenés que dedicarte a otra cosa.  Pueden atentar radicalmente hacia una convicción, por eso pongo en el centro que estimulemos el desarrollo de la convicción. Hay que apoyar, no generar desconfianza sobre el potencial. Todos tenemos potencial, y las escuelas formadoras de artistas deben desarrollar ese potencial. A veces, actúan como simples sostenes de estructura institucional, reposando sobre personalidades, generando paradigmas. Éstos deben ser descubiertos por cada estudiante. No hablemos de éxito, hablemos de realización. En el fondo, el ser humano está luchando con las circunstancias que él mismo genera, ninguna estructura es garantía de nada. La garantía está en que compartamos filosofías constructivas. Yo estudie danzas en la Escuela Nacional de Danzas de Uruguay, canto en el Conservatorio Nacional “López Buchardo”, danzas contemporáneas en el Taller de Danza Contemporánea en el Teatro San Martin… estudié (continúo con dicha actividad) teatro con varios maestros, sin embargo, no soy un diplomado de la academia. Creo que la motivación fundamental está dentro de uno. ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? ¿Dónde debo buscar? ¿Con quién debo aprender?, tal vez esa persona no está dentro de una estructura académica. Dentro del medio institucional también estas incluido dentro de ciertas vías que te ayudan a llegar a determinados espacios donde vos podes difundir o ser conocido por lo que haces. Cuando te formas de forma liberal, el trabajo de difundir recae en el propio esfuerzo, pero tenés la garantía de libertad, que es hermoso.¿Qué posición ocupa la música clásica en Argentina? ¿Es igualmente valorada como en otras partes del mundo?No, claro que no. La música clásica está vista como bicho raro al cual accede una elite que, paradójicamente, piensa que es la única que debe pagar para escucharla. Y para el resto, son músicos que tienen tiempo de sobra, de familia rica, muy bien posicionados económicamente, que tienen tiempo libre para hacer música. Las únicas personas que pueden vivir de la música clásica son aquellos incluidos en grupos estables (orquestas, coros, solistas liricos de teatro) pero después, como músico liberal, para poder vivir tenés que poseer contactos con el exterior, con el mundo donde la música clásica es un universo de trabajo muy importante, donde la gente sabe que, si entra, debe pagar. Aquí no es así. Uno podría decir “¡qué popular, que socialistas! Para escuchar un buen concierto uno no debe abonar”. Bueno, es un error. Para entrar a escuchar el concierto se debe pagar entrada, y es lógico: eso hace que se valore el trabajo de un artista. Esta gente está trabajando, lleva horas de ensayo y de muchísimo estudio. En este país existe esa cosa extraña de que, aparentemente, queremos ser populistas en la música clásica y así solo degradamos el status del artista clásico.¿En qué se diferencia el músico argentino con el internacional? ¿Son igualmente respaldados socialmente por sus aportes?Consiste en un rasgo del desafío de la supervivencia. El latino está tan acostumbrado a luchar por la supervivencia que allá se convierte en Superman. Los grandes teatros de ópera europeos están llenos de artistas de primera talla que son latinoamericanos. La diferencia es que allá, como el mercado y sus reglas son respetuosas y contenedoras, y ofrecen salarios excelentes, el artista latino se destaca: cuando sale al escenario, lo hace con toda la energía; el artista europeo es más tranquilo porque tiene situaciones cotidianas resueltas. No piensa que a fin de mes no llega para pagar sus gastos, comida, alquileres. El arte, en los países desarrollados, es mucho más templado. En la Argentina, la situación es completamente su antítesis. Indistintamente, ambos tienen un espíritu artístico. El espíritu artístico lleva al arte, la actitud nos diferencia y nos asemeja, eso transforma un hecho en artístico. En el arte hay amor a la vida.AutorPablo C. Sturbapablo@medioslentos.com