Un clásico orgullo argentino: Barenboim revivió a Beethoven
El pianista y director argentino de la polémica Orquesta West-Eastern Divan, resucitó a Beethoven al interpretar su Quinta Sinfonía, y adornó los espacios que contornean el Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires con la magia interpretativa que tanto lo caracteriza como “niño prodigio”, reconocido a nivel mundial.La expectativa era inmensa. Una vez más, la música clásica fue la protagonista del día, representada por el emblema musical de nuestra tierra: Daniel Barenboim, pianista, director de orquesta y niño prodigio, nacido en Buenos Aires en 1942.La cita fue a las 15 horas del sábado 21 del mes pasado, un fin de semana recordado por sus 24° de temperatura en pleno invierno, un pequeño retorno a la primavera que ambientó un evento de primer nivel. Miles de argentinos a la espera del director de la Orquesta West – Eastern Divan, conjunto muy distintivo ya que todos sus integrantes son de origen israelí y árabe, y promueven una ideología integradora y pacifista, ganadores del Premio Príncipe de Asturias en 2002 y 2004, y del Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén por su imagen conciliadora entre naciones en conflicto. El evento fue organizado por el ministro de Cultura Porteño, Hernán Lombardi, quién a su vez estaba acompañado por el jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta y los ministros de Hacienda, Néstor Grindetti, y Espacio Público, Diego Santilli. Kevin Johansen y el bailarín Iñaki Urlezaga fueron también parte del público oyente.El artista elegido a interpretar fue Ludwig Van Beethoven con su reconocida obra titulada Quinta Sinfonía o Sinfonía N°5 en do menor Opus 67 (“obra” en Latín), composición histórica universal, originada entre 1804 y 1808, que se convirtió en una de las obras más interpretadas a lo largo de los años. Fue anticipada por la Obertura Leonore N°3 de su ópera Fidelio (Opus 72, año 1805), y durante más de una hora, Barenboim logró sostener un silencio respetuoso por parte del público presente. Grandes, jóvenes, chicos, adolescentes, niños, ancianos. No importaron las edades, ni los estilos musicales, sólo la excelencia de un artista único. La gente aplaudió y se emocionó, muchos hasta las lágrimas, al escuchar las cuatro notas musicales más famosas de la melodía internacional: “Ta, ta, ta, taaaaan”. La música clásica, tan olvidada por momentos, reapareció en la popularidad como una estrella fugaz en la cultura posmoderna de la Argentina.Es interesante saber que los comienzos de Barenboim fueron muy precoces. A los cinco años comenzó como alumno de piano de su propia madre, y luego continuó las clases con su padre, su último docente. En agosto de un lejano 1950, con tan solo siete años, interpretó su primer concierto en el mismo lugar donde musicalizó a la hermosa Buenos Aires en esta cercana tarde de sol.Desde ese primer momento, Europa lo esperó con sus brazos bien abiertos para experimentarlo e instruirlo con nuevos conocimientos y prácticas profesionales.El concierto fue emitido en directo por las señales televisivas de cable C5N y TN. El escenario contó con dos pantallas gigantes, lo que dio la posibilidad de visualizar el espectáculo desde muy lejos. Más de cinco mil sillas fueron ocupadas por aquellos espectadores que ansiaban con locura presenciar de cerca el evento desde horas tempranas. Se estima que fueron aproximadamente 40 mil personas quienes presenciaron la sinfonía. Miles de argentinos frente a la remembranza de uno de los genios históricos de la música universal, interpretado por otro mucho más contemporáneo. Bien dijo Daniel Barenboim en una entrevista para Clarín, el 18 de agosto de 2010: “Todos somos iguales frente a una sinfonía de Beethoven, con los mismos derechos y las mismas responsabilidades”.Asimismo, Daniel Barenboim continúa con su ciclo sobre las nueve sinfonías de Beethoven para el Mozarteum en el Teatro Colón, que inició el mismo sábado 21 por la noche, en conmemoración de sus 60 años como pianista, en el lugar que lo vio debutar como uno de los máximos orgullos de su país. ¿Será una expresión de popularización de la música clásica? Esperemos que sea el renacer de una cultura llena de pasiones y leyendas. Indudablemente, la Argentina ha demostrado una vez más, su condición de Bella Arte.AutorPablo C. Sturbapablo@medioslentos.com