Isabel Allende y Gioconda Belli: femineidad literaria
Esta es la historia de dos mujeres marcadas por el exilio y la literatura. Una, nacida en Perú, pero criada en Chile, país que hizo su patria y por el que sufrió el destierro y una grave traición a su familia. La otra, tuvo que dejar Nicaragua, su tierra, para salvar su vida. Ambas, fueron y son las huellas constantes de la mujer en la literatura latinoamericana.Isabel Allende y Gioconda Belli, chilena de corazón y nicaragüense de nacimiento respectivamente, marcaron, indudablemente, la vida de muchas mujeres que leyeron sus libros. El detalle con el que describen sensaciones y luchas internas femeninas trasciende los años y nos sitúa del mismo lado de una vereda. En tierras latinoamericanas, tuvo que haber un proceso muy largo y lleno de pequeñas y grandes luchas para que la mujer pudiese ejercer los mismos derechos que el hombre y que su voz se oyera con la misma fuerza.“-Debes entenderlo, hija- me amonestó allí mismo fray Tomás de Matienzo, el enviado de mis padres que residía ahora en mi corte.“- Pues no lo entiendo- le dije, mirándolo furiosa, sintiendo que las mejillas me ardían de subida, que tenían la temperatura por la rabia que se me paseaba dentro-. Yo estaría conforme con esto si Felipe, como hizo mi tío el rey Enrique con su esposa, la reina, me da su venia para que yo me busque mi Beltrán de la Cueva para concebir mis propios bastardos.” (El pergamino de la seducción, Belli, 2005)No es casualidad que, salvo excepciones como “El plan infinito” de Isabel Allende, entre otras obras de la misma autora, estas dos escritoras hicieran de sus protagonistas mujeres, pequeñas peleadoras de sus ideales. En “La suma de los días”, Allende pone al descubierto la unión intrínseca entre una madre y su hija, con el condimento esencial de haber novelado parte de su propia vida. Su hija, Paula, había muerto años atrás a causa de una enfermedad llamada porfiria.“Entonces sentía tu ausencia como un dolor agudo, una lanza en el pecho, que a veces me ponía de rodillas.” (La suma de los días, Allende, 2007)Sin duda, tanto Belli como Allende son tesoros de nuestra literatura. Sí, nuestra, porque fueron ellas, aunque no las únicas, quienes lograron describir no sólo la lucha de la mujer, sino también la muchos soñadores que vieron bloqueados sus ideas de cambio para crear un mundo más igual. Ambas escritoras aun hoy continúan maravillando a sus lectores.En sus vidas tuvieron que enfrentarse al terror. Allende debió exiliarse en Venezuela tras el asesinato de su tío, el por aquel entonces presidente socialista de Chile, Salvador Allende; Belli debió huir a México, perseguida por su militancia en el sandinismo.Son dos vidas llenas de historia y llenas de magia. Ese realismo mágico tan propio de Latinoamérica es el que le da una vitalidad especial a las obras de estas dos mujeres, que trazaron su camino tomando sus propias decisiones. ¿Sus consagraciones? Definitivamente son “La mujer habitada”, en el caso de Belli, y “La casa de los espíritus”, de Allende.Por Carolina Quirós