Newseum ¿Qué esperarías ver en un museo dedicado al periodismo?
Si algo no se le puede negar a los norteamericanos es que son los inventores, o reinventores, del entretenimiento moderno. Miren un partido de NBA, un recital de Kiss –por establecer un paradigma en el terreno musical-, una obra de Broadway o sus famosas ferias y parques de diversiones –Disney, en tal caso-. Para bien o para mal, esto queda a criterio de cada lector, entienden perfectamente el negocio del entretenimiento. Con clase o con efectismo. No importa. Esta nota no es para establecer, a priori, un juicio de valor acerca de esta cualidad de la sociedad estadounidense.Un museo del periodismo, y no por ser lamebotas de mi profesión, es un lugar que debería ser más común al hablar de museos. Es una profesión que cuando se la ejerce sanamente es parte vital del buen funcionamiento de una locación, ni siquiera hay que entrar en categorías políticas. Lo mismo puede serlo para mal.Washington D.C, la capital del país del norte, tiene museos de gran renombre internacional. Cada uno de ellos probablemente esté entre los diez o quince primeros de su clase a nivel mundial. ¿En dónde ubicar al Newseum entonces? Que esta profesión tenga un espacio tan grande, moderno y cuidado, en primera instancia, atrajo mi interés. Amén de que era una actividad familiar que en mayor o menor medida satisfacía los estándares de diversión para cada uno de los miembros del clan familiar. Para poder escribir esta nota, sin dudas, resultó ventajoso haber ido con personas de 13 y 18 años más sus padres.No es un museo convencional o al menos no es una reproducción del “Lugar en que se guardan colecciones de objetos artísticos, científicos o de otro tipo, y en general de valor cultural, convenientemente colocados para que sean examinados”, tal define la RAE. En nada se parece al Smithosiniano de Arte o el de Historia. Acá hay tecnología. De gran valor cultural están los pedazos del Muro de Berlín y…El resto, no es que sean cosas execrables ni de poco valor, pero huele más a un gran trabajo del diseñador con la vidriera que con sus creaciones. Espero me entiendan la analogía.La campera de cuero de Ernest Hemingway, una camioneta de un canal de televisión o la documentación de una periodista secuestrada en medio oriente tiene un significado especial, pero son lo que le siguen en valor histórico, siempre hablamos de una Historia relacionada al periodismo porque de eso trata el museo, al muro de Berlín. Y acá viene el giro en la nota.¿Es una porquería entonces? No y absolutamente no. Puede ser decepcionante si uno va con ganas de aprender intimidades de la profesión o de sus grandes íconos, pero al menos sirve para darse un pantallazo por los grandes hitos del periodismo. El gran tino con el que armaron la vidriera de objetos, algunos casi irrelevantes, como una silla eléctrica, hace que la gente no se aburra y transite lentamente por cada rincón del despampanante edificio (que merece una nota aparte, tal vez la tenga). Pero tal vez, la protagonista mayor del paseo sea la tecnología. Los chicos tienen la diversión asegurada. Pueden comprar remeras, peluches, grabar falsos móviles y verse en televisión con fondos puestos en una pantalla verde, jugar a ser periodistas con una computadora gracias a un software interactivo y lo más atractivo de todo, pueden ser jefes de redacción con una touch screen (pantalla que reacciona al tacto) mandando a cada periodista a hacer lo que le corresponde.En definitiva, es un paseo familiar muy lindo, pensado como entretenimiento para chicos y un poco para adultos aunque no invita a la reflexión, al debate ni regala conocimiento como puede hacerlo el museo de Arte Moderno, ubicado a un par de cuadras del Newseum. Todo allí dentro se pierde en la parafernalia del color y el chip.Como regalo, dejo un diálogo real con un integrante del staff del museo:-Disculpe ¿hay alguna sección dedica a Truman Capote?-¿Quién?