“Creo que el arte y la psicología se nutren mutuamente porque el arte tiene también una similitud terapéutica” relata Mariana Mazza Toimil, quien además de escultora es profesora en Psicología. Recibida en la Universidad Nacional de La Plata, esta artista nos cuenta cómo llegó su obra “También pueden ser cebras” a exponerse en la terminal de ómnibus y qué significa esa obra que está relacionada con las enfrmedades raras y poco frecuentes.
¿Cómo llegaste a ser escultora?
Lo de ser escultora creo que fue una casualidad y una causalidad, es necesario el azar para afrontar el determinismo. Quizás tratando de responderme esa pregunta he buceado por momentos claves en la infancia o por personajes que dejaron una marca. Por ejemplo, siempre asocio el momento de crear al placer de jugar. Cuando éramos chiquitxs, mis hermanxs y yo jugábamos en la casa de al lado, que estaba abandonada y daba de un lado a mi casa y del otro, al taller mecánico de Pistone. Él, sin decir que nos estaba cuidando, nos cuidaba, ofreciéndonos a mi hermano mellizo Manuel y a mí cajas con tornillos y piezas de su taller para que nos quedemos en un lugar donde pudiera vernos. Era mágico encontrar en cada una de esas piezas la posibilidad de imaginar y proyectar juegos: muñecas, autos, caminos, edificios. Podíamos estar horas jugando, explorando en esa instancia que Winnicott denominó “espacio transicional” para estar en un mundo distinto entre el afuera y el adentro, sólo un niñx a esa edad parece experimentarlo, después el mundo se encarga de poner las reglas necesarias para que se normativice. Por suerte existe el arte.
En 2020, por la pandemia, cerramos una casita cultural “La Casita Turquesa” que habíamos inaugurado en febrero de ese mismo año con mi hermano Manuel y también con ayuda de mi hermana Lorena. Pusimos meses de trabajo en las que cooperó mucha gente amiga y fuimos albañiles todxs, hasta mi vieja. Al mismo tiempo, el mes antes a la inauguración, renuncié a un trabajo estable de gran valor simbólico para mí por dedicarme al proyecto de la casita cultural. Así que en el comienzo de la pandemia me encontré sin trabajo y llena de duelos. Fue una situación límite que, creo, convocó a una instancia interna que siempre había estado ahí para hacer la vida menos riesgosa: jugar.
Armé un taller en una habitación de mi casa y empecé a construir. El apasionamiento por las antigüedades, el amor por los trabajos manuales, la necesidad de ver tridimensionalmente lo que me decía cada pieza encontrada, los recursos que me dio mi madre, una artista autodidacta; todo eso y más se transformó en la libertad de crear sin miedo.
Luego me dieron la posibilidad de tener algunas obras en una galería maravillosa, A:100 de Ana Paula Amado, que también abrió su espacio en pandemia en la ciudad de La Plata. Eso fue darle entidad a lo que estaba haciendo. Luego me llamaron para exponer en el centro cultural Islas Malvinas por el mes de la mujer y así es como conocieron lo que estaba haciendo las personas que me pidieron la escultura de la cebra. Nuevo desafío: construir una escultura para un espacio público.
Contanos en qué te inspiraste para armar la escultura «También pueden ser cebras» (enfermedades raras y poco frecuentes).
La idea surge del pedido de un grupo de médicxs del Centro de Referencia de Enfermedades Raras y de Dificultoso Diagnóstico del Hospital San Juan de Dios de La Plata. En ese grupo se encuentra un amigo de muchos años, Cesar Crespi, que se especializa en ese tipo de enfermedades. Él me contactó con Mariana Arce que es subsecretaría en Salud. Charlamos la posibilidad de la realización de una escultura para la concientización y la promoción del cuidado integral de la salud de las personas con Enfermedades Poco Frecuentes, concientizando a la población en general sobre la importancia de la inclusión social de las personas con EPF. La característica fundamental de estas enfermedades es su poca frecuencia, esto hace que muchxs pacientes tengan que deambular por varios espacios hasta llegar a un diagnóstico. En 2011 se promulgó la ley y era necesario avanzar en la visibilidad de aquellas enfermedades que se desconocen. Así que, tratando de encontrar un símbolo leí sobre las enfermedades y escuché a los médicos que me contaron la historia del símbolo de la cebra, ¿Por qué una cebra? Existe un dicho chino que dice: “Si oyes ruido de cascos…piensa en caballos” alegando que siempre que se escuchen signos generales se piense en una enfermedad general. Sin embargo, un estudioso de enfermedades raras dijo a sus estudiantes “Si oís ruido de cascos…piensa en caballos, pero no olvides que también pueden ser cebras”. Esto quiere decir que aquellas personas que estaban excluidas por falta de diagnóstico pueden ser visibles encontrando signos y criterios específicos de enfermedades que se desconocen. La idea de la escultura es brindar información sobre la diversidad de esos padecimientos. Creo que es el conocimiento el que rompe prejuicios. La cebra posee un código QR que lleva a la información sobre la ley LEY 26.689 que promueve el cuidado integral de la salud de las personas con Enfermedades Poco Frecuentes.
¿Qué técnica utilizaste para la obra?
La obra está realizada por medio de un proceso artístico llamado assemblage o ensamblaje y luego intervenida con pintura. Supe cómo se llama la técnica después de empezar a aplicarla. Esta técnica se basa en la unión de piezas recuperadas, logrando en algunas ocasiones la tridimensionalidad en la escultura por medio de diferentes objetos no-artísticos. El encastre es como un juego de rompecabezas que encuentra una lógica que conduce a las piezas fragmentadas hacia una nueva pieza orgánica. Utilizo trozos de cualquier material cotidiano, los enlazo pensando qué material va con qué, cómo unirlos. Pedazos de madera, metal, motores, tornillos, herramientas antiguas, cerraduras rotas, partes de autos, motos, bicicletas, sillas, mesas, artefactos que alguna vez fueron utilizados en el hogar como planchas, cacerolas, cubiertos etc. Restos que nos hablan de la historia en la vida cotidiana, del poder del tiempo y de su belleza. Descartes pensados como basura que cobran un nuevo valor bajo una nueva mirada. Sería una forma de resignificar con materiales. Lo simbólico de estos objetos radica en que ninguno de ellos fue originalmente pensado como material de arte, sin embargo, cobran fuerza en su unión, generando un nuevo significado y logrando un simbolismo particular: la posibilidad de seguir reconstruyendo aún de lo desecho y en la pérdida de lo utilitario. Hay una forma rara de pensar los restos. Quién dice cuándo algo pasó a ser basura, ¿quién le da ese veredicto?
¿Cómo y cuándo te enteraste que a tu escultura la iban a exponer en la terminal de La plata?
La idea era que se encuentre en un espacio público, es lo que me habían propuesto. Primero habían pensado en una plaza o la calle hasta que finalmente, por el caudal de gente que ingresa a la terminal por día, gente que va y viene de diferentes lugares, se pensó en ese lugar como una forma de multiplicar la información sobre las enfermedades raras. El Concejo Deliberante sancionó la incorporación de la escultura al Patrimonio Municipal de la Ciudad de La Plata.
¿Qué sensaciones te provoca que la gente disfrute con tu arte?
Alegría, sobre todo. Lo importante de una obra es cuando da esa vuelta, la de la mirada de lxs otrxs y lo que ellxs devuelven. A mí me fascina que algo que salió de mí esté en contacto con otras miradas. Además, por primera vez me animé a exponer mi nombre.
¿Además de escultora sos psicóloga, qué tiene el arte de psicología y qué tiene la psicología de arte? ¿Cómo se nutren mutuamente?
Soy Profesora de Psicología, me recibí en la Universidad de La Plata. Creo que la psicología y el arte para mi historia han tenido la unión perfecta. Estudié psicología porque me sorprende muchísimo la vida, la especificidad de lo humano.
La psicología me ha dado el recurso para pensar la importancia de la palabra y al mismo tiempo me enseñó que el arte es un recurso más dentro de las posibilidades que hemos construido para sobrevivir a la finitud que nos deja desnudos ante tanta inmensidad. Entender esto transformó el prejuicio de creer que sólo quienes estudian arte pueden realizarlo. El arte nace genuinamente desde la infancia, intentando contar algo más que parece incontable y hay que dejarlo ser, todos los seres humanos tienen la capacidad de crear arte. No hay característica más humana. Cuando la palabra ya no alcanza, pasamos a una necesidad superior. Es esa necesidad imperiosa de contar con otros lenguajes aquello que no tiene la misma forma o habita otro lugar que no es el de la conciencia.
Creo que el arte y la psicología se nutren mutuamente porque el arte tiene también una similitud terapéutica. La psicología desde la palabra y el arte desde otro decir. Creo que el arte cura, sana, resignifica, cuenta y, sobre todo, se nos presenta como un espejo de nosotrxs mismxs, mostrando aquello que no podemos decir. Es como el grito interno que necesita ser descifrado.
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