La Colmenita Argentina: “Un sueño en marcha”
Marcelo Sonenblum es el ideólogo de la versión argentina de La Colmenita, un taller de teatro creado a partir de un proyecto social originado en Cuba, donde los niños aprenden jugando. “La clave del método es que los chicos disfruten las funciones”, le cuenta a Medios Lentos. Para él, la principal diferencia con la versión original es que “allá tenés a 200 chicos con un nivel de elite, técnicamente impecables y a nosotros más que nada nos interesa que haya muchos chicos que se incorporen porque esta institución es solidaria y todas las semanas, sin excepción, se hacen funciones”.¿Cómo te presentarías?Una persona normal que trabaja y hace cosas que le gustan la mayor cantidad de tiempo posible.¿Cómo llegaste a La Colmenita?Tengo una relación con Cuba desde hace muchos años. Viví en Cuba en 1993, viajé como profesor universitario para hacer un posgrado y volví como empresario turístico. Estudié Didáctica de la Educación Superior en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, soy de ahí. Enviábamos turistas a Cuba, que en esa época estaba muy cerrada. Me enamoré de Cuba porque tiene una magia muy especial, La Habana es una ciudad en donde siempre te va a pasar algo. Si viajás en soledad, podés volver acompañado y puede ocurrir lo contrario. No va a pasar desapercibido en tu vida un viaje a La Habana, sin duda alguna. Es una ciudad muy rara, no hay negocios, los policías esposan a los ladrones y charlan entre ellos al llegar a la comisaría. Es surrealista. Me enamoró eso, la simplicidad para relacionarse, la transparencia y lo raro. Un amigo me dijo que a Cuba le hace tanto daño el que dice que “está todo bien”, como el que dice que “está todo mal”. Hay que entenderlo así, Cuba y todo lo que esté relacionado: las personas, el arte, el deporte, todo, es un permanente juego. Me casé con una cubana, tuve dos hijos, después nos separamos pero igual seguimos amigos, es socia de la empresa y co-directora de La Colmenita. Conocí a La Colmenita en un viaje hace cuatro años. Los vi actuar y me llamó la atención la motivación de la gente: familiares y profesores. Se me ocurrió que podíamos hacer una gran movida con eso si encontrábamos cuál era el tip de esa motivación. De chico sufrí mucho porque me gustaba el arte y las posibilidades de desarrollarme pasionalmente se limitaban al fútbol. Cuando tenés un chico acá, juega al fútbol tres veces por semana, el sábado y el domingo lo acompaña la familia a jugar afuera y hacen fiestas para entregar las copas y salen de viaje para enfrentarse con otros equipos. Toda la vida familiar se desarrolla a partir de esa situación y con el arte, eso no ocurre. Es como secundario: un chico tiene clases una vez por semana y una muestra a fin de año.En una entrevista a Oscar Martínez, él comentaba que su pasión artística de niño le trajo complicaciones. En una época era difícil decir “yo quiero ser artista, no quiero hacer deporte”Como soy de géminis, me gustan de a dos las cosas: el arte y el deporte. Algo así le pasaba a Maximiliano Guerra que jugaba en River y se escondía para que los chicos no sepan que él iba a ballet. Se me ocurrió que había que investigar cómo funcionaba motivacionalmente La Colmenita y es lo que hicimos. Tratamos de idear cómo sería el modelo Colmenita en la Argentina. Encontramos que La Colmenita tenía cosas muy valiosas que se podían aplicar. Le encontramos algunos defectos, a nuestro juicio, pero que se podían erradicar porque estábamos partiendo un proyecto desde cero pero tenía más virtudes que defectos. Nos pusimos a trabajar en el diseño del proyecto.¿Sos el director?Soy el ideólogo. Soy el director en la etapa fundacional pero se está armando un equipo de trabajo que es cada vez más sólido en su rol y se va pudiendo desempeñar. Como no tiene antecedentes, hay que ir trabajando sobre ensayo y error. Se tuvo que ver el modelo económico para financiarlo. La fortaleza es la siguiente: las colmenitas de toda Latinoamérica dependen de los Estados. O a veces, de los gobiernos: en Sevilla se cerró una cuando cambió un gobierno a otro. En Panamá ocurrió lo mismo. En Chiapas está ocurriendo otro tanto. El nuevo gobierno no continúa con los proyectos anteriores, paga más empezar de cero. Acá tratamos de que el modelo económico sea mixto: colaboraciones de los padres, ingreso en concepto de localidades, sponsors, etc. El principal sponsor es nuestra empresa: una mayorista de viajes muy bien posicionada en materia de turismo a Cuba, por lo tanto nos apoyan aerolíneas, seguros y otros rubros.¿Cuál es la idea de La Colmenita en Argentina?La idea es que los chicos no paguen: el crecimiento es vertiginoso, uno le ofrece un espacio de desarrollo personal y grupal para el chico y su familia. Es una vinculación al arte y a determinados valores y encima, el chico no paga: en una semana se cierra la inscripción. Si el modelo se desarrolla horizontalmente, son miles los chicos. Estamos hablando de menos de un año: dos profesores cubanos para 20 chicos. Trabajamos en una casona vieja de Almagro y a los dos meses hicimos la primer obra, llamada “La cucarachita Martina” y la empezamos a mostrar en muchos lados, muchas funciones: esa es la clave de todo el asunto. La diferencia con cualquier otra escuela de teatro es la siguiente: en una escuela convencional les enseñan técnicas de la voz, técnicas del lenguaje, etc., generalmente a fin de año hacen una muestra. En La Colmenita, el primer día el profesor les cuenta a los chicos cómo es la obra que van a representar y les pasa el guión a los chicos, les dice: “La semana que viene hay que traerlo todo aprendido porque lo van a actuar ustedes.” Esa semana los chicos no duermen porque tienen que aprenderse el guión: los ayudan sus padres, etc. A la semana, el profe asigna los roles a cada niño y empiezan a actuar: suele salir un mamarracho. A partir de eso, empiezan a trabajar, siempre sobre la misma obra y corrige, da indicaciones, etc. No trabajan sobre técnica sino como si fuera un juego. El niño al segundo día entra en el escenario. Motivacionalmente eso es una espiral, no quieren faltar, cantan las canciones, se entusiasman, involucran a su familia, etc. Teníamos un chico vergonzoso que se escondía en el placard y se filmaba: se generan cosas locas pero motivacionalmente, funciona. Los chicos disfrutan las funciones, cuando disfrutan, los grandes lo perciben y se emocionan: esa es la clave del método.Es un proyecto solidario…Sí, es un proyecto social. Eso es una diferencia con Cuba: allá tenés a 200 chicos con un nivel de elite, técnicamente impecables, la exigencia artística es cada vez mayor. A nosotros más que nada nos interesa que haya muchos chicos que se incorporen a La Colmenita. Esta institución es solidaria: todas las semanas sin excepción se hacen funciones solidarias. Hacemos funciones de teatro escolar para que las escuelas trabajen con el apoyo de La Colmenita y luego lo mostramos. En algunos casos, se da, cuando tenemos fondos de chicos de Ciudad Oculta becados –quiero decir que además de no pagar tienen transporte y merienda. Vienen dos veces por semana.¿Cuál es el objetivo? ¿Por qué te enamoraste de la obra Y sin embargo, se mueve?Es una obra con música de Silvio Rodríguez que es poética y tiene mucho contenido. Hace una analogía entre Galileo y los sueños, plantea que los sueños son realidad, todo esto, en el ámbito de una escuela. El guión se mezcla con las letras de Silvio, es para verla en familia: papás e hijos. Silvio la recomendó en su blog. Yo dejé mi carrera como ingeniero, salí de Bahía Blanca porque no me gustan los pueblos chiquitos, lo vi como una posibilidad de crecer a nivel personal, tener otra posición y no me equivoqué. Si te surge un proyecto así en una ciudad del interior, no lo podés llevar a la práctica. Desgraciadamente Dios atiende en Buenos Aires. Hay dos Colmenitas nuevas: una en la casa de la Amistad Argentino Cubana y la otra, en el Centro Cultural Padre Mujica, se acercaron ellos. Esa va a ser un complemento de escolaridad: todos los días. Además, haremos un taller de costura para espectáculos y lo manejarán las mujeres locales. A los chicos que hacen música de allí, los incorporaremos a La Colmenita de acá. Cuando tenés el lugar, los chicos y el sonido, podés abrir Colmenitas en todos lados y generás un gran movimiento.¿Creés que hiciste realidad tu sueño?No, se va haciendo todos los días. Todos los días sueño.¿Qué los diferencia con La Colmenita de Cuba?Los objetivos. Lo nuestro es más horizontal: miles de chicos haciendo lo mismo. Ellos son una Colmenita fuerte llevando un mensaje por el mundo.La abeja reina son los cubanos (risas)Son La Colmenita central. Nosotros queremos replicar lo mismo en cualquier lado, tiene otro contenido social. Creemos que es lo que más necesita Argentina. Hay un texto inicial que indica que en La Colmenita, no sabemos por qué, pero se cumplen los sueños. Ese es el mensaje, de esperanza. AutorLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.comLas fotos pertenecen a Emilio Marolla. Desde ya agradecemos su gentil colaboración.Ver también:Con la música de la isla en las venasLa Colmenita cubana, una forma de vivir el arte