Camine señora, camine


Camine señora, camine

Aún existen lugares donde comprar productos de buena calidad con la recomendación de vendedores del barrioLos mercados populares, entre sus baldosas viejas y sus altos techos, conservan parte de la historia de Buenos Aires. Son reliquias de una ciudad que se ha transformado y son depositarios de antiguas costumbres, como conocer al vendedor, comprar cada producto en el local específico donde seguro se consigue y le hacen frente. Pero resisten de manera desigual a los supermercados posmodernos y a los tan afamados chinos.Al hablar de mercados del pueblo sabemos que son pocos los que continúan de pie: el Mercado del Progreso de Caballito, el Mercado de San Telmo, la Feria Modelo de Belgrano, el Mercado Proveedor de Buenos Aires, entre otros. Todos preservan la estética de techos altos, locales esparcidos entre pasillos y la atención personalizada.Dos son las claves que los mantienen vivos: los vecinos fieles del barrio, como las abuelas que se resisten a correr por las góndolas de lugares anónimos y grandes y prefieren comprarle al verdulero que conocen de toda la vida y al carnicero que sabe que le va a recomendar el corte que mejor vino esta semana. La segunda clave es el buscador gourmet de alimentos, gustos y productos exóticos o regionales que dentro de los productos en serie vendidos en las cadenas de mercados son difíciles de conseguir.Algunos mercados populares son parte de paseos turísticos, como el de San Telmo, otros más gourmet, como el de Primera Junta, y otros menos variados, como el de Floresta. Todos poseen ciertos rubros que no faltan: verdulería y carnicería. Algunos complementan con panaderías, como el Mercado del Progreso, o antigüedades, como el de San Telmo.A continuación, diferentes estilos de mercados:GourmetEl Mercado del Progreso se encuentra en la Avenida Rivadavia y la calle Del Barco Centenera. Fue inaugurado en 1889 y construido por la Sociedad de Progreso de Caballito. En esa época el pabellón del centro estaba destinado a la venta de carnes únicamente y las galerías para las frutas y verduras. El mercado no tenía paredes y se tapaba con hierros a la noche. Había 53 puestos, de los cuales hoy sólo quedan 17.Los abuelos recorren los pasillos mirando celosamente las verduras y el público joven suele buscar quinoa para hacer guisos que tal vez comieron en el norte argentino en sus últimas vacaciones. “Soy vegetariana y busco acá buenos condimentos para preparar mis comidas, hay de todo” cuenta María Sol, una clienta que recorre todas las semanas los pasillos. Y agrega: “Además, lo bueno es que no se siente el olor de las carnicerías, es muy limpio”. Locales de productos regionales, queserías, carnicerías, verdulerías, panaderías son las imágenes más recurrentes de este lugar de Caballito. Se pueden encontrar lujos,  como condimentos ahumados de la Patagonia, frutos secos de todos los estilos, lentejas turcas, embutidos, como Kassler (lomo de cerdo ahumado), salchichas de Viena ahumadas y húngaras. Para las personas que prefieren la facilidad, se pueden comprar ensaladas listas para condimentar, eligiendo todos sus componentes, ya que están dispuestos por separado. También las papas ya cortadas en bastones y rejillas listas para freir (y no están freezadas).Hay dos puestos en esta feria que son sensación. Uno es un local de productos italianos importados, donde la variedad de fideos secos es la característica principal. Sus  carteles están en italiano porque según uno de los empleados, “el dueño es bien tano y le gusta ponerlos así”. Aceitunas, nachos y polentas son otros alimentos que se pueden conseguir. El otro puesto sensación es uno que solo vende tartas y empanadas ya listas. En clave sofisticada adaptada a la vida del porteño medio, hay empanadas veggie de brócoli, tomate y orégano, tartas de endivias con queso y pum-cakes (especie de madalenas) de calabaza. Claro, también están los gustos clásicos. Y las tartas pueden comprarse por porción.Las carnicerías ofrecen pollos ya condimentados, matambres preparados y todo tipo de chorizos, además de los clásicos cortes. Por su parte, las verdulerías están llenas de color: toda clases de ajíes, de los amarillos a los puta parió, distintos tipos de cebollas, rabanitos, aceitunas para hidratar, zapallos gigantes, higos, mangos y lo más lindo, toda la paleta expositora decorada de frutas y verduras.For ExportEl Mercado de San Telmo se ubica entre las calles Bolívar, Carlos Calvo, Estados Unidos y Defensa. Fue creado en 1897 y remodelado en 1930, cuando se le agregaron dos alas más al edificio. Su estructura es de hierro y los techos son altos. En el centro se encuentran los locales de verduras y carnes, que son pocos en comparación con los anticuarios, que se encuentran a los costados y precisamente rodeando el sector de la venta de alimentos.Extraña convivencia, las frutas exóticas y los objetos antiguos se mezclan entre los pasillos del mercado techado. Muchas frutas tropicales forman parte de las góndolas de las fruterías y las carnicerías, que son pocas, venden toda clase de carnes. En una de las queserías se puede conseguir queso brie, queso de leche de cabra y búfala entre otros. Hay muchas variedades de aceites de oliva que se venden en las verdulerías y fiambrerías.Los anticuarios son los puestos que preponderan y son llamativos por las diferentes cosas que venden. Collares de perlas, porcelana china, vestuario de época, relojes, fonolas, discos, muebles pequeños, lámparas, carteras. Dos elementos se destacan del resto, uno son las muñecas antiguas, donde las más singulares son las muñequitas negras, todas con sus vestidos de época. El segundo elemento son las cajitas de fósforo de todo el mundo, con diferentes tapas y modelos.“Durante los fines de semana se llena de turistas y en la semana vienen los vecinos” describe Juan, un comprador de vestuarios de época. “En la tarde de un miércoles podes ver, por ejemplo, buscadores de objetos raros o de regalos exóticos. Esta clase de gente viene desde hace quince años, cuando San Telmo explotó por los bares y el turismo” explica Gerardo, un vecino del barrio.Bonus trackEl Mercado Vélez Sarsfield, en la intersección de la Avenida Rivadavia y la calle Bahía Blanca, barrio de Floresta, es un paseo para los buscadores de carne y ropa barata. Con la mayoría de sus locales con la persiana baja, se destaca por las carnicerías y las variadas pescaderías. Alrededor de estos puestos hay algunos locales que venden remeras con inscripciones a pedido, como por ejemplo “Yo no estuve con Juanita” y ropa al estilo La Saladita. Un lugar para animarse, si es que no se tiene repulsión al olor a carne mezclado con lavandina.AutorAyelén Cisnerosayelen@medioslentos.com