Después de varios años de pelear hasta las instancias finales en el grupo mundial de Copa Davis, la Argentina perdió en la primera ronda con Italia y ahora debe jugar un repechaje en el mes de septiembre de este año para mantenerse en esa elite del tenis mundial.
Lejos quedaron aquellos años gloriosos de Vilas y Clerc, Nalbandian, Coria, Gaudio y hasta el propio Juan Martín Del Potro. Argentina siempre fue protagonista y gran animador de la “ensaladera”. Prueba de ello es que en varias oportunidades quedó a las puertas de lograr el tan ansiado título, logrando ser subcampeón en 1981, 2006, 2008 y 2011.
Es verdad que nunca ha ganado, pero no es menos cierto que los rivales la respetan y consideran entre las mejores.
Pero como ocurre siempre las victorias borran las diferencias, las enemistades, las envidias, aplacan los egos y calman el individualismo. El jugador de tenis es, por la esencia misma del juego, individualista, egocéntrico, cerrado, ello hace que al formar parte de un todo se le haga difícil sumar para tirar todos juntos hacia un mismo objetivo y no pretender sobresalir uno por sobre el resto.
Allí es en donde empiezan a surgir los celos también. Celos por el cariño del público, por los aplausos, las cámaras, los flashes, los contratos.
Todo ello se reduce cuando los triunfos acompañan. Aquellos suelen borrar, disimular o atenuar las peleas internas.
Sin embargo cuando la cosa viene “torcida” ahí aparecen los trapitos al sol. Todos se olvidan de los famosos códigos. Lo que se pactó en el vestuario de no salir a ventilar las diferencias pasa a segundo plano y cada cual tira “para su puchero” como diría la abuela. Algunos priorizan su ranking, su calendario personal de torneos por sobre encima de vestir y representar a la “celeste y blanca”. Otros ponen el grito en el cielo si juega tal o cual jugador, alguno hasta envía una nota a través de su jefe de prensa justificándose de su ausencia. Y hasta el propio capitán en vez de buscar pacificar también marca sus diferencias. Lo cierto es que entre la Asociación Argentina de Tenis, y algunos jugadores hay algo parecido a una “guerra fría”. Es decir que con cierta sutileza y altura cada uno da su postura pero sin discursos mediáticos ni estrambóticos, quizás acorde con su característica de deporte “blanco” como lo llaman, aunque a veces por más que lo maquillen se convierta en un conventillo….