El Abierto de Palermo por dentro
El Abierto de Palermo es especial. Por la ubicación geográfica, por la tradición, por la gente, por ser el torneo más importante del polo a nivel mundial. Los jugadores lo sienten así y el público lo vive de la misma manera. Ellerstina y La Dolfina, volvieron a ofrecer una final atrapante. El equipo de los hermanos Pieres le ganó el partido decisivo por 14 a 13 al conjunto de Adolfo Cambiaso (autor de 7 goles), acaso la única persona que no puede caminar con tranquilidad en este predio, producto de la admiración que provoca entre sus seguidores.Palermo es especial porque aquellos que tienen la posibilidad de acudir al evento, se encuentran con innumerables personajes conocidos, caminando entre el público como uno más. A veces los más famosos se esconden debajo de sus lentes y gorros, tratan de no llamar la atención para no ser el centro de la escena. Pero así y todo, es inevitable ver a Gabriel Batistuta, Gastón Gaudio, Mariano Zabaleta, Valeria Mazza, Gabriela Sabatini, Luciana Aymar, entre tantos otros.La final de Palermo es especial, porque a los palenques de cada equipo se acercan amigos. Y en esas relaciones se provocan rivalidades deportivas casuales pero llamativas a la vez. Esta vez fue el turno de dos tenistas: David Nalbandian, estuvo del lado de La Dolfina, y en el extremo opuesto de la cancha, se encontró a Juan Martín Del Potro. Los dos mejores de nuestro país hinchando uno para cada lado, le dieron un plus de calidad y avivaron la rivalidad.Palermo fue especial para Ellerstina porque pudo cerrar de esta manera su año soñado con la Triple Corona, que conforman el Abierto de Tortugas y el Abierto de Hurlingham. De esa forma, plasmó en el resultado lo que el handicap anunciaba: fue el único equipo con puntaje perfecto, 40 goles, en dichos torneos. Pero los triunfos tienen un sabor especial, extra, porque en 2011 los dos equipos finalistas sufrirán modificaciones en sus formaciones, y dos de los campeones formarán parte del equipo rival: Juan Martín Nero y Pablo Mac Donough cruzarán de vereda. Pero “la amistad se mantendrá”, según reconoció Facundo Pieres, el jugador más valioso en el partido decisivo.El mejor polo del mundo se juega en Argentina. El último torneo grande del año dejó un saldo muy positivo de público. El clima acompañó… salvo en la jornada decisiva, como si le faltara suspenso a tamaña definición. Por la lluvia, el encuentro se disputó un día después. El nerviosismo del domingo fue el mismo o tal vez mayor. Y las emociones sobraron para saciar a la gente que fue en busca de un gran partido y fue eso lo que se llevó. Pero el polo también ofrece emociones fuera de la cancha. Para aquellos que no conocen, se sorprenderían sabiendo que los stands ubicados entre la cancha 1 y la 2, ofrecen gratuitamente a la gente algo para beber o comer. Entonces, tras el partido, una multitud se queda disfrutando de un agradable momento, rodeado de amigos, escuchando música y debatiendo sobre la definición del encuentro que acabaron de disfrutar.Y en el encuentro decisivo y ya clásico de este lustro, hubo una acción que merece ser contada por lo particular. En el final de séptimo chukker, con el partido empatado en 13, hubo una señal de que el suspenso iba a durar hasta el cierre. La bocha se enterró en el campo de juego. Se escondió literalmente en una acción inédita. Como si se quisiera quedar a vivir allí, en el césped. No quería abandonar semejante partido. Y no es para menos, hasta ella sabe que Palermo es especial.AutorMaximiliano de Mingomaximiliano@medioslentos.com