El Proyecto Oliverio
Por Daniel Riera *Estoy en una isla del Tigre, desde la ventana se ve el río: la estamos pasando muy bien, trajimos música, DVD’s y el perro del vecino viene cada tanto a comer galletitas Express y a descansar recostado sobre el deck. Oliverio me dice que está contento y que no tiene frío porque con su suéter rojo, que le tejió mi suegra, está abrigadito. Me encanta cómo dice la palabra “abrigadito”. De pronto, un tirón: el chasquido de algo que se corta, Oliverio se queda con la boca cerrada, sospecho que el servicio de emergencias del Delta –tenemos un sticker naranja con una cruz blanca y un 0800 pegado en la heladera– no podrá hacer nada por él. Me molesta saber que quiere hablarme y no puede. Me tranquiliza saber que no siente dolor, que su problema es de solución sencilla y que a mi regreso tendrá el mejor médico posible: la señora que lo hizo.Conocí a Oliverio a fines del 2008. Todavía no tenía nombre y era el premio mayor de la rifa de la cena anual del Círculo de Ventrílocuos Argentinos. Yo tenía el 30, salió el 30 y aquí estamos. Ahora yo también soy un ventrílocuo: el director del CIVEAR, Miguel Ángel Lembo, se convirtió en mi maestro. Lembo es capaz de hacer hablar a las piedras: primero me enseñó a respirar, luego me dio algunos ejercicios básicos de pronunciación, luego me ayudó a encontrar la voz de Oliverio, luego me explicó algunas técnicas de escritura de guiones específicos para ventrílocuos, sigue enseñándome a darle el movimiento corporal adecuado a mi amigo. Oliverio y yo somos ahora Paco y Oliverio. Los nombres de ventrílocuo y muñeco aluden a Urondo y Girondo, mis poetas favoritos. Al fin y al cabo escribir es, también, hablar con la boca cerrada. El Proyecto Oliverio consiste en escribir un libro sobre los ventrílocuos argentinos, pero escribirlo, digamos, desde adentro: me hice socio del Civear, comencé a entrevistar a los ventrílocuos de colega a colega, a conocer las historias de ellos mientras ellos van conociendo la mía. Esa es la coartada profesional: quiero decir, me gano la vida escribiendo crónicas periodísticas, vendí algunas crónicas sobre mi nueva vida como ventrílocuo, es natural que escriba un libro al respecto. Esa es la coartada profesional, insisto, pero no es la verdad, o por lo menos, no es toda la verdad. Desde que me subí por primera vez a un escenario –o quizá desde antes, desde que comprendí que era capaz de hacerlo– el Proyecto Oliverio es mucho más que eso. Quiero que mi amigo del suéter rojo y los ojos de huevo frito y yo brindemos el mejor espectáculo posible, quiero que la gente se divierta con nosotros, quiero que le presten poca atención a Paco y se concentren en Oliverio.Mi amigo Pablo Marchetti nos invitó a presentar a Falopa, su banda, que con cierta frecuencia toca en MU, Punto de Encuentro (Hipólito Yrigoyen 1440). En ese lugar, donde nos han hecho sentir como en nuestra casa, Paco y Oliverio han empezado a mostrar su primera, pequeña rutina. Todavía me falta un poco de soltura, todavía no estoy todo lo relajado que debiera, pero el tercer show fue mejor que el segundo y el segundo fue mejor que el primero. Ensayamos todos los días –ahora debimos suspender por unos días, hasta que Oliverio se reponga– escribimos algunos cambios para que ninguna rutina sea igual a la anterior. La última vez, Oliverio subió al escenario con un barbijo y le exigió al público que se ría con la boca cerrada. Sé cómo empezó esta aventura, pero no sé cómo termina. Supongo que el ejercicio del periodismo debería permitirnos siempre eso: descubrir mundos que desconocemos, aprender de los demás, dejarnos llevar. En eso estamos Paco y Oliverio.* Daniel Riera nació en 1970, es periodista egresado de TEA y trabaja como tal desde los 18 años. En Argentina trabajó en TXT como cronista y La Maga como editor de Espectáculos. Fue Redactor Especial en la edición argentina de Rolling Stone entre 1998 y 2002. Colaboró para los diarios Página/12 y Sur y El Porteño, entre muchas otros. En el 2001 fue semifinalista del primer concurso latinoamericano de periodismo organizado por la fundación Nuevo periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García Márquez. Estudia letras en la Universidad de Buenos Aires y es unos de los inventores del juego de mesa “T.E.G, la revancha”. Es autor de los libros Vas a extrañarlo porque es justo(2002), Sexo telefónico(2005) y El carácter Sea Monkey (2007).Es coautor de Queriamos tanto a Olmedo(1991), Puto el que lee y Buenos Aires Bizarro entre otros.Actualmente es uno de los editores de la Revista Barcelona, colabora con las revistas colombianas Soho y Arcadia, y la revista mexicana Gatopardo entre otras.Además podés leer sus obras y demás en su blog http://driera.blogspot.com/El staff de medioslentos.com te dice “Gracias, muchas gracias, Daniel”