Entrevista a Reynaldo Sietecase
Reynaldo Sietacase se autodefine poeta antes que periodista.Es una persona sencilla, despojada de toda soberbia y hasta impresiona tanta generosidad. Acá, una charla muy gourmet, como nunca lo leiste…En una entrevista por demás placentera Reynaldo cuenta que cree que la memoria y el corazón van de la mano del estómago, o que por lo menos él no las puede disociar. Que en realidad los platos que le gustan son los platos que comparte o que compartió con amigos o con alguien y que en realidad, en esta oportunidad nos cuenta de su debilidad por la comida brasilera, está ligado a su gusto por ellos, por sus amigos de la tierra de la caipirinha y la samba.Amistad y experiencias culinarias…Yo tengo varios amigos brasileros, de hecho tengo muchos amigos fuera de la Argentina, no se por qué, se han dado las circunstancias. Pero tengo dos que son entrañables, brasileros, los dos son poetas, y con ellos tengo muchas historias, y muchas historias también vinculadas a la bebida y a la comida, como no puede ser de otra manera, porque la amistad se riega de esa manera. Paco Urondo dice que lo mejor de la poesía son los amigos. Carlos Miranda es bahiano, digo es y en realidad es era porque decidió salirse del juego por voluntad propia, pero bueno… tenemos muchos momentos muy divertidos.En mi primer viaje a Río de Janeiro, donde lo conocí, me quedé seis meses en su casa, y en el medio se nos ocurrió ir a Bahía, pero no teníamos ni un peso partido por la mitad, éramos estudiantes y sobrevivíamos con lo que podíamos. Él estudiaba y trabajaba medio día, y yo estaba ahí de garrón. Fuimos a Bahía en ómnibus, 30 horas desde Río de Janeiro a Salvador, y no teníamos para comprar nada. Me acuerdo que Carlos decía: “Manual del guerrillero, capítulo uno: fome, hambre”, que había que bancársela porque así estábamos en ese momento. Él militaba en el PT, que recién comenzaba, tenía una formación marxista, y que decía: “el primer aprendizaje es a tener hambre”. Después aprovechamos para darnos el gusto cuando llegamos a Salvador (que él tiene familia ahí) para comer pescado, peixe con dende, con ese aceite que hacen los bahianos y lo utilizan tanto. Recuerdo esos momentos… la feijoadas obviamente con él y con Ze Cordeiro, mi otro amigo poeta…¿Cuál es tu especialidad en la cocina?El pescado, que lo aso de manera muy simple, sin muchos misterios. A mi me gusta decirle a mis amigos que el secreto de mis pescados es que yo les hablo, que charlo con ellos, en serio, les pido que me ayuden a hacer una buena mesa ese día. Hablo con las bogas, con los dorados, y mientras los voy cocinando. Los hago en las parrillas esas para pescados, tengo de dos tamaños, que dependen de las piezas, en general compro pescado grande porque además es más fácil con las espinas para despinarlos. Y no hay mucho misterio, los hago vuelta y vuelta en la parrilla, primero con la parrilla fría para que no se pegue, igual yo pongo la de pescado arriba de la parrilla convencional de asado.Hay un libro que se llama “Canto popular de las comidas”, de Armando Tejada Gómez, que es casi inconseguible, que empieza con una copla anónima que dice: “Mi madre que era criolla le echaba amor a la olla”, y me parece que fundamentalmente pasa por ahí cómo se hacen las cosas.¿Qué es lo que más te tienta?Como de todo. Pastas, carne, trato de comer bien. Pero, dado que mi vida está entre Rosario (los fines de semana) y Buenos Aires (en la semana), allá suelo hacer una vida distinta, porque ahí está la parrilla y son muchas las veces que me invitan a comer mis amigos. Es más, tengo dos amigos que son grandes cocineros: Charly Batallano, que es arquitecto y estudió con el Gato Dumas, y Liliana, que cocina para afuera y hace postres. Con ellos es imposible competir, por eso me dedico a la parrilla. Entonces en general todos los fines de semana tengo alguna comida porque la hago yo o porque la hace alguno de mis amigos. Pero siempre hay algo marcado y eso es buenísimo. Y acá en Buenos Aires, en general como bastante afuera, y me gusta ir probando lugares. Estuvimos haciendo un laburo con un pintor hace muy poquito, “Mapas para perderse”, que es un laburo sobre Buenos Aires, una suerte de nueva cartografía de Buenos Aires, muy divertido, y estuvimos un año y medio yendo a comer a lugares.Venís de presentar un libro…Sí, presenté mi nueva novela “A cuántos hay que matar”, en Venado Tuerto y estoy yendo al interior a presentarla.Recordaré a Bernard Pívot y citaré el cuestionario que el usaba con sus entrevistados…¿Cuál es tu sonido favorito?Puede ser la lluvia, y cuando me llaman mis hijos, las voces de mis hijos. El sonido del fuego cuando se hace un asado.¿Cuál es el sonido que menos te gusta?Los estampidos, los ruidos fuertes, los gritos.¿Qué sabores u olores te transportan a la infancia?Tengo muy fuerte los domingos de pasta con mi abuela en mi casa. Mi abuela Delia era muy buena cocinera, una mujer que había pasado mucha hambre, fueron muy pobres y además el marido la abandonó, y aún así la verdad es que se las ingenió para sobrevivir. Hacía unas pastas increíbles. Hacía una sima, como le llamaba ella, un matambre relleno que era increíble. Agarraba el matambre, lo cocía con hilo, hacía una bolsa, ponía el relleno adentro, lo cerraba, lo terminaba de cocer con este hilo blanco fuerte, y después le ponía arriba una madera. Arriba de eso le ponía un adoquín de la calle, y así quedaba por tres o cuatro días hasta que se prensaba con el peso. Después lo cortaba finito y quedaba un fiambre increíble, porque con las zanahorias, el tomate y el huevo quedaba una cosa bellísima, parecía una feta de fiambre exquisita. Es una de las comidas más ricas que yo recuerdo y que nunca más pude comer, nunca nadie me hizo probar un matambre con esa calidad.Ella tenía una frase maravillosa con respecto a la comida, por ejemplo, como buena abuela italiana, te hacía comer todo lo que había en la mesa, en mi casa no se podía dejar comida en el plato. Cuando vos dejabas algo porque no querías comer más, ella decía “ah, ¿van a dejar esto? Esta noche son caramelos”. ¿Qué quería decir? Que eso ella no lo iba a tirar, que lo iba a retransformar y a la noche lo íbamos a comer de alguna manera. Tomaba mucho vino espumante.También tengo muy presente el aroma a té con limón, eso era más de mi mamá. Ella tomaba té con limón, y lo percibo de manera muy fuerte. Hay momentos que me hace como un deja vu. Cuando después de mucho tiempo volví a vivir a la casa de mi infancia, una de las cosas que más me impresionó fue que me parecía que todavía percibía ese aroma a limón que había en la casa. Eso lo tengo muy presente y muy asociado a mi mamá.¿Cuál es tu palabra favorita?Ojalá¿Qué palabra no te gusta?MuerteEsta no es de Pivot, pero la hago igual ¿En qué te sentís medio lento?Sonriendo con vergüenza contesta: “En los idiomas”Si existiera Dios, ¿qué crees que te diría cuando llegues a las puertas del cielo?Viste que existía… (risas). Me recriminaría mi flaca fe seguramente, pero sí aceptaría mi poderoso deseo porque yo deseo que Dios exista, o sea, no creo que Dios exista pero deseo que exista. Si pudiera ir y volver harían un gran título de tapa: “Quédense tranquilos, Dios existe”.Reynaldo Sietecase es rosarino. Poeta, narrador y periodista. Trabaja en radio, televisión y gráfica.Pasó por casi todos los medios de comunicación de su ciudad natal (Rosario/12, LT8, LT2, diario La Capital y Canal 5, entre otros)Desde 1998 desarrolla el periodismo en Buenos Aires. Fue editor de la revista Veintitrés y columnista de los programas de tevé Detrás de las Noticias y Día D, ambos conducidos por Jorge Lanata.En la actualidad está a cargo del programa Mañana es tarde que se emite por Radio del Plata. También es colaborador permanente del diario Crítica de la Argentina.Entre otros reconocimientos por su actividad periodística recibió:En el año 2005 el Premio Martín Fierro del interior a la mejor labor periodística en radio.En el año 2006 el Premio Martín Fierro a la mejor labor periodística en radio.En los años 2006 y 2008, su programa Lado Salvaje fue distinguido con el Martín Fierro al mejor periodístico de la televisión por cable.En los años 2008 y 2009, el Premio Eter a la mejor labor periodística en radio.Es autor de los libros de crónicas El viajero que huye (Homo Sapiens 1994, reeditado en 1997) y Bares (1997, Editorial Fundación Ross).Publicó seis libros de poesía:Y las cárceles vuelan (1986, Ediciones Cooperart), Cierta curiosidad por las tetas (1989, Torres Agüero Editor), Instrucciones para la noche de bodas (1992, Torres Agüero Editor), Fiesta rara (1996, Torres Agüero Editor – Mención especial Premio Nacional de Poesía trienio 1996-99), Pintura negra (2000, Ediciones Ameghino) y Hay que besarse más (2005, Ediciones En Danza).Es autor además de la novela Un crimen argentino (2002, Alfaguara) y del libro de cuentos Pendejos (2007, Alfaguara).Fuente: http://www.reynaldosietecase.com.ar Desgrabado: Florencia Fuente AutorLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.com