La importancia de llamarse Cocacolero. (Reivindicación y pedido de brindis)
Vuelve el fútbol. Bah, vuelve. Nunca se fue. Siempre está, lo que vuelven son algunos partidos antes de que empiece el campeonato de verdad, el que vale. Los partidos de verano, esos que solo sirven para sacarse las ganas de cargar al vecino en Enero: copas intrascendentes, jugadores que quizás en el campeonato no vuelvan a pisar una cancha, victorias de dudosa procedencia, excusas como “el duro trabajo de la pretemporada”, etc. Pero en fin. Se vuelven a jugar, se vuelven a abrir algunos estadios y el hincha/veraneante tiene la posibilidad de despuntar el vicio por lo menos por un rato… aunque sepa que no hay 3 puntos en juego y que salvo venga Francescoli y meta una chilena como aquella tan recordada, difícil que alguien se acuerde de un partido amistoso o de una copa de verano. Cuestión que todo el fútbol de esta época está teñido de una suerte de distensión que podríamos traducirlo en “es fútbol en ojotas”. Pero entre tanto relajo, hay algo que permanece inmutable, con la misma seriedad de siempre… sea verano, invierno, primavera, copa libertadores, apertura, clausura o la Conmebol… El Cocacolero. Si, el Cocacolero siempre está. Porque el cafetero en verano no viene. Pero el Cocacolero en invierno sí. Porque a veces en vez de garrapiñadas hay maní con cáscara, pero te atragantes con lo que te atragantes, siempre va a haber un Cocacolero a mano para que levantes el brazo hacia el cielo, alces tu dedo índice cual Adán en el estampado que hizo Miguel Ángel en la Capilla Sixtina y brames, entre lagrimas producidas por esa garra o ese maní incrustado en la carótida pero del lado de adentro, “¡COCA, COCA, ACA, COCA!”.El está ahí. El te está esperando, el pasa con su bandeja en alto, pide permiso y avanza despacito tratando de no molestar la visión del campo del juego. Y no se enoja ni se molesta porque vos lo llames “¡COCAAA!” aunque claramente él este vendiendo Pepsi. A él no le importa. Porque siempre será conocido como El Cocacolero. Ni el Pesitero, ni el Sieteupero, ni el Pasodelostorero, ni el Cuatrero, él es EL COCACOLERO. El elemento más integro y puro de nuestro fútbol actual todo.Si el partido es bueno, si el partido es malo, si juega la selección, si juega Midland, si llueve o nieva, siempre va a estar. Paseándose entre los cuerpos de los fervorosos hinchas cual Valquiria en el campo de batalla en busca de los caídos más heroicos para ofrecérselos a Odín, el Cocacolero busca tu garganta sedienta, esa que quedó pegajosa luego de comerse tres turrones que compraste a $1. La misma que se seca por insultar con ansiedad al linesman. Y él se mueve con sigilo y precisión, un equilibrista del escalón y el tablón, que transporta bebida, bebida cola.En Quilmes, Mendoza o el Chaco, el Cocacolero no falla. A veces con una bandeja repleta de vasos, a veces con una mochilita expendedora del brebaje o como en Rosario, transportando un sachet que él mismo abrirá con los dientes, de la misma manera que John Rambo retira el seguro de una granada, y lo volcará en tu vaso, para luego combinarlo con agua y mirarte fijo a los ojos y por si tenés alguna duda de qué te está sirviendo, te lo afirma diciendo de manera seca y contundente… “COCA”.Es cierto, a veces el líquido que transportan disiente mucho de lo que uno conoce como gaseosa. Las teorías son varias, en la cancha de Independiente alguien dijo “esto que estoy tomando es la transpiración del Palomo Usuriaga”. Otros dicen que es el mismísimo agua de los fosos. Alguno dice que eso es un jugo símil bebida cola. Pero ¿importa? Si sea lo que sea lo tomamos igual. Nadie dijo nunca “devuélvanme el dinero, encima que perdimos 1 a 0 me dan esto que no es gaseosa” ¡jamás! Porque la bebida es lo de menos, la importancia reside en la mitológica y eterna figura de El Cocacolero. Al que le pedimos encarecidamente, que al igual que el correo postal, llueva, nieve o truene, el no nos falle. Porque si algún día las canchas carecen de su presencia, nuestro fútbol jamás será igual. Nuestra condición de hincha jamás será igual. Estaremos incompletos, mutilados y despechados. Por eso, desde estas letras, alzo mi vasito de cartón y reclamo un brindis por él, por el fundamental, por el imprescindible, por el íntegro, fiel y nunca bien ponderado Cocacolero. SALUD!.Julián Marini – periodista, productor, guionista, escapista y dudoso inventor de la lata de gaseosa a pila que uno aplaude y baila.