¡Messi no sos Maradona! Sos un pecho frío, cagón. No te bancás jugar una final del Mundial. El mejor fue Mascherano, el que más huevos puso, el que más corrió y metió. Mientras Messi caminaba la cancha, el Jefecito se rompía el lomo para cubrir espacios. Muerto, burro. Perdimos la copa, pero somos los campeones porque copamos Brasil, gritamos más fuerte, tenemos la hinchada más fiel del planeta y saltamos cada vez que sonó el himno.
Las redes sociales son un mundo hermoso donde personas que cada cuatro años ven fútbol lanzan definiciones contundentes sobre situaciones que nunca vivieron ni entienden. No saben diferenciar un 4-3-3, de un 4-5-1, pero tienen el conocimiento suficiente para saber que Rojo la rompió en el Mundial “porque corrió un montón”.
Ser segundos parece no ser una opción para los argentinos. No sabemos perder, pasamos de estar a diez minutos de la gloria deportiva a tener una de las peores delanteras del Mundial. Pasamos de corear y alabar a Messi, a putearlo porque la FIFA le dio un premio que no merecía ni por asomo. Pese a ser el jugador que más la pidió y se animó a tener la pelota contra 3, 4 alemanes que lo perseguían u holandeses, o fuera cual sea la camiseta que se le ponga en frente.
La culpa fue del árbitro, que una vez más, como nos pasó siempre en nuestra historia, nos robó el partido. Nos faltó suerte, pese a que el palo nos salvó de un gol antes del entretiempo y que André Schürrle definiera con el diario lo que era un gol casi hecho en el primer tiempo extra. Tampoco tuvimos suerte cuando Gonzalo Higuain, Rodrigo Palacio y Messi fallaron mano a mano.
Alemania fue un justo campeón. Con una técnica impecable, con pases milimétricos, donde la pelota corrió ampliamente más que los jugadores. Con un sistema pulido y perfecto donde cualquiera podía defender o definir de cabeza dentro del área rival.
Argentina jugó de menor a mayor. Frente a Bosnia, Sabella fue cauto y probó con cinco defensores. Por pedido de Messi cambió para el segundo tiempo, como si el entrenador no hubiese visto que su táctica era equivocada. La virtud del DT fue no encerrarse, nunca lo hizo a lo largo de su ciclo. Eligió un grupo de jugadores, armó un equipo de 23 y se adaptó a los nombres.
No jugó el fútbol que el argentino está acostumbrado a aplaudir. Ese juego que sí mostró la selección Colombia que manejó Pekerman. Sabella vio que Messi, Di María, Agüero e Higuain aportan una verticalidad que la posesión misma de la pelota podía destruir. Supo explotar al máximo a sus jugadores durante su ciclo. Ellos, por cuestiones físicas y nerviosismo, no pudieron rendir al cien por ciento a lo largo del mundial.
Superada la primera ronda, los rivales europeos exigieron mayor dinámica en el medio campo. Gago aportó la pausa, el toque que Messi necesita para explotar en tres cuartos de cancha. Pero no completó los requisitos defensivos que Sabella necesitaba para bloquear el juego holandés y alemán. De los 4 fantásticos se pasó a una defensa – tácticamente – superlativa. Ni Suiza, ni Bélgica, ni Holanda, ni Alemania en los 90 minutos pudieron con el plan del entrenador argentino.
Mascherano, el líder anímico, jugó de volante y líbero al mismo tiempo, tanto en semifinal como en la final. Biglia fue el cinco tapón que el retraso de Mascherano exigía. El ingreso de Enzo Pérez le dio una alternativa de ida y vuelta con manejo a un medio campo que resignó la posesión. Lavezzi aportó velocidad y voluntarismo en una posición que no favoreció su explosión en los metros decisivos. Messi, el distinto, el elegido para cada pase cuando el partido se ponía difícil, fue receptor de numerosos pases pese a no tener con quien descargar ni a quien darle la pelota, más allá de un sacrificado Higuain, que también se la jugó por el equipo dejando de lado su apetito por el gol. La lesión de Di María le quitó al equipo la posibilidad de pasar de la defensa al ataque en un parpadeo. Romero, Rojo, Demichelis y Enzo Pérez se encargaron de tapar con acciones las bocas de muchos que los querían ver derrotados.
Veinticuatro años después de disfrutar una final, Argentina tuvo su chance en Brasil. Tuvo la suerte de un fixture accesible, la misma que Italia y Uruguay, que cayeron con el poderoso Costa Rica. El español Messi sólo hizo 4 goles en el Mundial y llegó a los 42 en 93 partidos con la celeste y blanca. Sólo Batistuta lo supera con 56 goles en 78 partidos. Y ya está sexto en la tabla histórica de jugadores con mayor presencia. Para los que aman compararlo con Diego Maradona, el ex 10 sumó 34 goles en 91 partidos.
La fracasada selección argentina perdió la final 1-0, con un gol que llegó tras uno de los pocos errores defensivos. El rival fue Alemania, que unos días antes goleó y paseó a Brasil por 7-1. La fracasada Argentina le ganó a Holanda, que en ese mismo mundial humilló por 5-1 a España y un poco más a Brasil por 3-0 para quedarse con un satisfactorio tercer puesto.
Salud a Alemania por ser el nuevo campeón. Felicitaciones a Sabella por demostrar que un proyecto bien elaborado da resultados a largo plazo, en un país que poco conoce de planificación. “Ojalá este equipo haya dejado valores a la gente de cómo competir, ojalá sea el camino», dijo Mascherano de vuelta en Buenos Aires. Ojalá una derrota dentro de la cancha, no rompa un camino que vale la pena seguir.