La muerte del presidente de la Asociación de Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona, abrió un sinfín de interrogantes sobre el pasado, presente y futuro del deporte más popular de la Argentina. Más allá de determinar quien va a ser su sucesor, resulta difícil de saber si el elegido seguirá con esa forma, casi dictatorial, de manejar el fútbol o no.- Con más de treinta años al frente de la AFA, el zar del fútbol supo caer siempre bien parado con todos los gobiernos de turno, sea de una u otra línea política. Su último gran logro fue el Fútbol Para Todos, lo que le significó ingresos exorbitantes que nunca se supo donde van a parar y a que se destinan; como así también cuánto fue en definitiva lo que percibió por el segundo puesto obtenido en el último campeonato mundial. La entidad de la calle Viamonte ha sido desde siempre una cuna sospechada de corrupción, en la que no se sabe a ciencia cierta qué sucede con el dinero que genera y en cuyo sillón más de uno se quiere sentar. Lo cierto es que durante todos estos años, ningún dirigente del fútbol tuvo la capacidad y estructura política para reemplazar a “Don Julio”. Alguien que siempre, con la billetera y su forma de proceder, domesticó y creó aliados que lo mantuvieron en el poder por más de tres décadas. Su repentina muerte, y a pesar del reemplazo temporal por alguien del riñón como el presidente de Argentinos Juniors Luis Segura, no hace más que demostrar que solo el “Señor ferretero de Sarandí” tenía la autoridad para cambiar calendarios, adelantar y/o retrasar fechas o reprogramar cualquier encuentro. En este momento cualquier dirigente que antes se escondía cual “perro asustado”; se para frente al presidente de la AFA a pegar cuatro gritos y exigir reprogramaciones, suspensiones, exigencias para que lo dirija tal o cual árbitro; cuestiones que antes resultaban imposibles. Por ahora la Asociación del Fútbol Argentino, más allá de la duda que existe sobre qué hace y cómo maneja sus fondos, es un gran caos desde su acefalía. O sea, más de lo mismo. Sin embargo desde algunos clubes que están trabajando seriamente y a conciencia, sin hipotecar sus futuros, parecieran vislumbrarse candidatos que podrían de una vez por todas darle luz no solo a la entidad sino a todo el fútbol en general. En definitiva por ahora, lo que solo se murió fue el perro.- El futuro, la conciencia y algunas intenciones de dirigentes jóvenes y sin ambiciones desmedidas, más que hacer las cosas bien son los que determinarán si definitivamente se terminó la rabia…