No es el rugby, como nunca fue el alcohol, ni la droga, ni lo que llevaba puesto.
Focalizar el entramado social en la clase o el tipo de deporte que determinado grupo tiene o al que accede, es no querer asumir que como sociedad tenemos responsabilidad. La sociabilización del hombre es muy distinta a la de la mujer. Y eso ocurre desde la más temprana edad.
El hombre tiene permitido orinar en la calle, también puede trepar árboles sin preocupación de mostrar zonas de su cuerpo, o comprender a aquel que abandona mujer e hijes y es avalado socialmente, porque enseguida aparece que esa mujer es una loca y él no la aguanta más. Y también está quien se mandó “una cagada” cuando asesinó a la que estaba con él en pareja
Es sorprendente como todos se conmueven ante un hombre que cambia los pañales o se ocupa de les hijes. Ellos cuando ejercen su rol paterno o asumen las tareas que les corresponden, están ayudando. En cambio se horrorizan cuando no lo hace la mujer. Y es que así nos sociabilizan. A él para que triunfe, a nosotras para que nos ocupemos de las “labores de hogar”, esas que se hacen por amor, para no terminar siendo la mala mujer. Para que no nos atrevamos a decir no, para que no mostremos nuestras ambiciones, tan válidas como las que tienen ellos. Los nuestros tienen que ser Sueños, lo de ellos, desarrollo laboral. Y es así como socialmente el patoterismo es cosa de hombres, porque han sido sociabilizados para competir y medir fuerzas, para no ser el “maricón” y les “débiles” para soportar, porque si no lo hacemos, seremos juzgades por la peor corte, la sociedad entera, quien se alejará de nosotres, no nos brindará ayuda porque somos locxs, rebeldes, que quieren tener tiempo solo para andar por allí.
Ejemplifiquemos claramente: la cancha de futbol en el patio central de las escuelas. El niño juega a la pelota con sus pares, mientras que las niñas, caminan alrededor de la cancha. Entre todas alientan a esos niños. Ellos saben cuál es su lugar y ellas conocen el suyo. ¿Qué pasa con quienes no se identifican ni con unos ni con otras? Son el centro de los ataques.
Hoy las mujeres jugamos al fútbol, con muchísimas reservas, y gracias a la lucha del movimiento de mujeres vamos conquistando lugares, pero hay un amplio sector que aún es reticente.
Si en vez de depositar culpas en lo accesorio, tomáramos la responsabilidad desde que nace une niñe, si no redujéramos la libertad de acción a lo biológico, quizás, solo quizás, estaríamos avanzando.