Protesta amarilla
Cuando se piensa en una canción de protesta, de su género homónimo y no cualquier bronca o reclamo cantado, las primeras personas que pueden aparecer en el imaginario son Bob Dylan, Silvio Rodríguez, el Lennon post Beatles o Victor Jara, entre una lista de nombres más larga que esta nota. Difícilmente alguien nombre a Lisa Simpson.Matt Groening o alguno de su séquito de guionistas utiliza a este personaje amarillo y de ocho dedos para despacharse con una corta melodía en el capítulo “La última salida a Springfield” de la cuarta temporada.Come gather ‘round, children, it’s high time, ye learned!‘Bout a hero, named Homer, and a devil, named BurnsWe’ll march ‘till we drop, the girls and the fellasWe’ll fight to the death or else fold like umbrellasso we’ll march day and night, by the big cooling towersThey have the plant, but we have, the power! Acérquense chicos, ya es hora de que aprendanAcerca de un héroe llamado Homero y un diablo llamado Burns.Marcharemos hasta caer, las chicas y los muchachos,Pelearemos hasta la muerte o nos doblaremos como paraguasMarcharemos día y noche, junto a las torres de energía.Ellos tienen la planta, pero nosotros el poder.El bien y el mal están claramente representados y no necesitan identificación. La promesa de la lucha eterna y la unión también. Lo único que se puede perder en la traducción es el último verso. Power Plant es una planta de energía eléctrica. De ahí que Lisa diga que los otros podrán tener la planta pero el poder está del lado, del de los trabajadores.La selección de esta canción es totalmente arbitraria, por supuesto, y responde quizás a una búsqueda de identidad con el lector, usando un denominador común muy fuerte y de los más universales de la cultura popular de las últimas dos décadas: Los Simpsons. No obstante, bien podría haber sido otra la canción presentada.Resulta fácil contraer matrimonio con letras que avivan fuegos de libertad pero siempre hay una persona que nos advierte de los peligros del romanticismo. En el amor, puede ser un amigo soltero o una suegra insoportable. En la música fue Víctor Jara.“La penetración cultural, constituye un árbol frondoso que nos oculta el que podamos ver nuestro propio sol, cielo y estrellas. Por lo tanto, nuestra lucha para ver el cielo que no cobija es por cortar este árbol de raíz. El imperialismo norteamericano entiende la magia de la comunicabilidad en la música, e insiste en penetrar en nuestra juventud con toda clase de música comercial. Como hábil profesional, ha tomado sus determinaciones: primero, la industrialización de la canción protesta y su comercialización; segundo, ha levantado ídolos del canto protesta, que le sirven a sus intereses para adormecer la rebeldía innata de la juventud. Son ídolos que sufren las mismas alternativas de los otros ídolos de la canción de consumo: subsisten un instante para después desaparecer. Por eso somos más bien cantantes revolucionarios que de protesta, porque ese término ya nos parece ambiguo y porque ya está utilizado por el imperialismo”.El más reaccionario tal vez trate de simplificar los dichos de Victor Jara con un: «como si Dylan fuera una marioneta del imperialismo”, pero es un error. Jara advierte sobre la naturalización de ese género que puede darle un efecto contrario, que es el de dormir las mentes de los jóvenes. Así, uno podría exaltarse y tomar a Lisa como una Mercedes Sosa, cuando en realidad es la estandarización de los cantos revolucionarios.En esta fecha, semana, mes, semestre, año, década… vida, bien podríamos homenajear a Victor Jara reclamando por los Cabeza, Arruga, López y todos los que ya no están. Para que cuando se diga “presente” luego del nombre de alguien, sea para afirmar que está en el lugar y no como metáfora de ausencia.Por Nicolás Melandri