Entrevista a Daniela Chávez, víctima de trata de personas
Daniela Chávez dice que no es fácil volver al pasado, a su pasado… Ella tiene 36 años, es casada y tiene tres hijos, dos niñas y un varón, y una de ellas “la cuida desde el cielo”. Su vida fue una lucha constante: fue maltratada por sus padres, golpeada y captada por una red de trata. Estas son algunas de las terribles dificultades que padeció.
Daniela asistirá al Simposio que se realizará en la Ciudad del Vaticano el 7 y 8 de noviembre y da su caso a conocer porque sostiene que “sin lucha no hay mañana”.
En noviembre viajarás a Roma, ¿Cómo te preparás? ¿Tenés algún temor con respecto al viaje?
Hoy agradezco a Dios poder viajar a Roma, pero esto despertó en mí un miedo terrible porque me acuerdo cuando me llevaron y me vendieron, y tuve que escapar, y me da miedo viajar porque pienso que no voy a volver y que dejo a mis hijos sin mis cuidados. Trato de superarlo pero no puedo, solo le pido a mi ángel guardián, que es mi hija, que me cuide y nunca me desampare. Por supuesto que sigo contando con mi marido, compañero y amor que jamás me abandonó. Si quieren que hable lo haré porque sin lucha no hay mañana.
¿Cómo llegaste a “Vínculos en Red” y a Alicia Peressutti?
Conocí a Alicia cuando fue a dar una charla al pueblo en donde vivo. Nos presentaron, yo estaba en un momento muy complicado, había intentado suicidarme, estaba muy mal anímicamente, y personalmente me ayudó ella junto a Vínculos en Red. Empecé a una psicóloga de su grupo, a participar más con ellos. Ahora ya son mi familia. Hoy no sé qué hubiera sido de mí si Alicia y Vínculos no hubieran aparecido en mi vida.
¿Cómo fue tu niñez? ¿Cómo era la relación con tus padres?
Mi comienzo de vida no fue color rosa… Mi mamá se casó por obligación y nací yo. Siempre hubo poco amor de los dos, tanto de mi padre como de mi madre. Al tiempo se separaron siendo yo muy pequeña, mi padre se fue y yo me quedé con mi mamá. Con ella lamentablemente me crié a los golpes. Tanto es así que en una de sus palizas perdí un ojo porque me pegó demasiado fuerte. Igualmente siempre hubo mucho maltrato, golpes, latigazos…
Luego de varios años apareció mi papá y me llevó a su casa. Parecía que todo iba un poco mejor más allá de que su mujer mucho no me quería. Al tiempo empezaron los abusos por parte de mi padre hacia mí: primero fue un toqueteo, luego fue subiendo la apuesta hasta llegar al abuso concreto, el cual duró dos años. Debido a esto decidí irme y volver con mi mamá, a quien le conté esta situación. Pero ella nunca me creyó y me pegó muchísimo cuando se lo conté. Y por supuesto el abuso quedó en la nada.
Al tiempo me convertí en mamá de mi hermoso hijo varón, el papá me abandonó por lo que comencé a criarlo sola.
¿Cuándo y cómo te captaron?
Le resultó muy fácil a mi mamá ofrecerme a hombres que le pagaban para estar conmigo. Yo no decía nada porque mi sensación era estar muerta en vida.
Nunca olvidaré la vez que un hombre llegó a mi casa y le ofreció a mi mamá llevarme a trabajar a Villa Mercedes. Este señor dijo que ahí iba a ganar mucho dinero, me llevó a trabajar y yo dejé a mi hijo de apenas 5 meses al cuidado de mi mamá. Cuando llegamos a Villa Mercedes me pusieron a trabajar de prostituta en la ruta y en algunas wiskerías, y comenzaron los golpes otra vez. Me pegaba si no quería trabajar o traía poca plata. Es por esto que quise volver a mi casa pero no pude, el hombre que me había captado se había convertido en mi dueño. Por un tiempo no supe nada de mi hijo, lo único que tenía en claro era que él estaba con mi mamá y yo estaba muerta de dolor.
Una noche fui a trabajar y paró un camionero. Y me jugué a escaparme, si pasaba algo malo ya no importaba, ya estaba perdida, casi muerta y peor era no intentarlo. Y me fui. Recorrí varios lugares para llegar a la casa de mi mamá. Para ese entonces mi hijo ya tenía 1 año.
¿Qué pasó cuando volviste?
Cuando volví mi mamá me permitía estar con mi hijo con la condición de que traiga plata a casa, igual eso a mí no me importaba porque ya estaba con mi hermoso pequeño.
Paso el tiempo, me sentía medio viva y medio muerta, hasta que conocí un hombre que me prometió de todo, me enamoré y me casé. Al principio todo estaba perfecto, hasta que recibí el primer golpe. Y desde ese día me golpeó siempre, con lo que tenía a mano. Mi miedo era muy grande por lo que me quedaba con él a pesar de esto. Luego quedé embarazada, desde el principio tuve complicaciones porque fue un embarazo de alto riesgo. A pesar de mi estado él no dejó de pegarme y mandarme a trabajar a la calle. Pero un día de tanto que me pegó rompí bolsa y tuve una gran hemorragia. Me internaron y me trasladaron a Córdoba Capital porque corríamos mucho riesgo mi hija y yo. Llegué a la maternidad y al rato nació mi hermosa hija mujer con apenas 6 meses de gestación, 950 gramos de peso y mucho riesgo de vida, pero una mañana de abril de 2001, con tan solo 15 días, mi nena falleció y junto con ella murió otra parte de mí . Yo sentía que ya no tenía fuerzas para seguir, pero me esperaba mi hermoso hijo y sobreviví cada día por él.
Luego de todo ese infierno que viviste, ¿Cómo seguiste, cómo pudiste levantarte?
El tiempo pasó y traté de soñar con nuevos días, hasta que apareció una gran luz en mi camino, mi gran compañero Rubén. Él trajo todo lo bueno y sano, me conquistó se ganó mi corazón, me amó y me ama, me cuidó desde el primer momento en que me vio y amó a mi hijo desde el primer día. Decidí empezar de cero, irme a vivir con él y formar una familia, y no me equivoqué. Al tiempo nació mi tercera hija, y si bien tuve un embarazo de riesgo esta vez tenía quien me cuidara, no había malos tratos. Nació de 8 meses con 1,920 kilos, estuvo unos días en incubadora pero no fue nada grave por suerte. Volvimos a casa, ya éramos 4, estábamos felices porque formamos una gran familia.
Hace algún tiempo tu hijo te hizo una terrible confesión…
Yo trataba de curar las heridas, no era fácil, hasta que hace un año mi vida volví a sufrir un golpe duro, creo que el más duro y terrible. Después de ver algunos cambios en mi hijo mayor un día, en medio de una discusión, me dijo que él había sufrido abusos de todas clases por parte de un familiar mío muy cercano: mi hermano. ¡Ay mi Dios! Se me vino el mundo encima. Las heridas que había tratado de sanar volvieron a abrirse. La vida fue muy injusta porque yo lo soporté todo pero me pegó en lo que más me duele, uno de mis hijos, y es un dolor que no puedo sanar.