“Trabajar en el hospital Melchor Romero ha sido uno de los grandes logros de mi vida”, Juan Palomino en una entrevista exclusiva
Nació el 6 de julio de 1961 en La Plata, en el hospital público San Martín. Su padre era estudiante de medicina, por eso, de alguna manera dice que nació ahí ya que su familia conocía a los médicos y a los enfermeros. Más tarde se fue a vivir a Cuzco, Perú, país en el cual ese mismo padre había nacido.“Me crié ahí, y me crié lleno de la cultura quechua. El Cuzco, o Cosco en quechua, es el centro u ombligo de la tierra, como creían los antiguos tahuantinsuyanos, los quechuas de la dinastía inca. Así que ese centro fue muy importante para mí, porque también me formó desde lo ideológico y desde lo político”, nos cuenta Palomino en esta entrevista que no tiene desperdicio alguno.¿Qué recordás de aquella época en Cuzco?El Cuzco está plagado de distintos olores, como por ejemplo el de las frutas, que en el mercado central se venden en jugos o licuados. A su vez el Perú tiene una tradición con la cual no me llevo muy bien y es que utilizan mucho las vísceras para cocinar. Este tipo de comidas tiene que ver con la descendencia Afro, ya que es lo que esta raza solía comer en sus países natales. Transforman las vísceras literalmente en comida, por ejemplo el anticucho, que dicen que está hecho del corazón de la vaca, la chanfaina, los chinchulines. Y lamentablemente nunca me llevé bien con las achuras ni con las vísceras, me producen arcadas. Así como me acuerdo los olores del mercado, frutas y vísceras, también me acuerdo del olor al eucalipto que había en el bosque del colegio donde yo iba. Si bien el Cuzco no es una ciudad muy húmeda, ya que prácticamente no existe la humedad a 3200 metros sobre el nivel del mar, había cierta cosa, más que de humedad, cierta cosa antigua “naftalinezca”, olor como a naftalina, que es el desinfectante que usaban. Mi imaginario sensorial con respecto a los olores, a ese tipo de textura, tiene que ver con eso, ahora, a priori.Tu mamá es argentina…Exacto. Me acuerdo de las pizzas de mi vieja en aquél momento, que como no había pizzerías en Cuzco, eran muy reconocidas por los amigos de mis padres. Mi vieja sí que fue una gran cocinera, y de pasta más que nada.La comida y el vino son los lugares donde el actor, después de una función de teatro generalmente, recurre para compartir entre colegas, amigos y familiares. Juntarse para comer y tomarse unos vinos está íntimamente ligado. Las reuniones, me atrevería a decir, no son solamente lo culinario, lo que tiene que ver con la comida y la bebida, sino el tema de estar juntos, de estar reunidos después de una función. A veces uno dice “me parece que voy a elegir ser actor para salir a comer de noche con mis compañeros”. Cuando uno está haciendo teatro pasa comúnmente eso, la mayoría de las veces uno va a comer afuera, y sin embargo ahora se ha ido perdiendo un poco esa costumbre de juntarse en lugares donde sólo van actores, producto quizás del paso del tiempo. Yo me acuerdo mucho del bar “Pernambuco” por ejemplo, que ahora es una librería en Corrientes y Rodríguez Peña. Era un lugar, un espacio de reencuentro con muchos actores. Ahora creo que no hay espacios de esos. A lo sumo hay un restaurante donde siempre los actores van a comer después del estreno, que queda en el complejo La Plaza donde íbamos a comer siempre con mis compañeros.¿Luego te fuiste a vivir a Melchor Romero, en La Plata?Melchor Romero tiene un lugar en mi memoria, el lugar del campo, sin ser campo, pero era campo, el lugar donde crecí, pasé mi adolescencia y mi juventud, rodeado de mis perros, de mis gatos, donde los carnavales tuvieron un protagonismo en el Club Romerense, en el Club Abasto, en el Club Unido de Olmos.La estancia en ese campo tenía que ver con esos veranos en Estancia Chica también, que en ese momento era la sede de Gimnasia y Esgrima de La Plata, la colonia japonesa y sus flores. El hospital de Melchor Romero, (hospital neuropsiquiátrico) monumento del pueblo ya que fue el pueblo el que creció s su alrededor por el simple hecho de que les daba trabajo. Incluso yo también fui uno de los trabajadores de ese hospital. Me desempañaba como enfermero y terminé formando un grupo de teatro en el servicio de rehabilitación. Grupo de teatro que después siguió Polo Lofeudo y que todavía continúa vivo y hoy por hoy peleando por reabrir el teatro.El hospital es un gran depósito de personas. Yo trabajé ahí en el año ´82, ´83 y ´84: tres años de mi vida, en la sala Lozano, donde estaban los peligrosos. Primero como sereno y después como auxiliar de enfermería.Fuerte…Sí, muy fuerte. Pero la creación del grupo de teatro en Melchor Romero para mí ha sido uno de los grandes logros que va más allá, incluso de mi carrera: el hecho de cómo un estudiante de teatro puede hacer algo en lo social y contribuir desde lo artístico fue muy importante.Creo fervientemente que un actor, una actriz, un pintor, un músico, un escritor no solamente se ocupa de plasmar poéticamente la belleza, el horror, sino que también tiene que ser un instrumento de pensamiento y de lectura de la realidad. No podés no opinar con tu obra y con tu punto de vista como ciudadano.El hecho de haber contribuido en lo social, haber generado este movimiento de pacientes dentro de un marco que era el servicio de rehabilitación, que a su vez hayan formado parte de un grupo de teatro, y que ese grupo de teatro haya salido por primera vez a representar una obra en La Plata, para mí es un hecho trascendente que me hace sentir que valió la pena haber estado ahí y haber elegido este camino.Para finalizar a todos los invitados del mes, les hago algunas preguntas del cuestionario que usa Bernard Pivot en sus entrevistas.¿Qué profesión no ejercerías jamás?(Piensa) La de torturador.Además de actor, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ser?Médico.¿Cuál es tu palabra favorita?Te amo.¿Y la palabra que menos te gusta?Traidor o traidora, la palabra traidor, traición.¿El ruido que más te gusta?El ruido que más me gusta es el de una mujer cuando hace el amor.¿Y el ruido que no te gusta para nada?La violencia, el ruido que producen las calles con la violencia y el descontrol, producto del alcohol desaforado que se ha instalado mucho en estos tiempos por acá.¿Hace mucho que vivís por el barrio de Palermo?No hace mucho, hace 8 años, pero he visto el proceso de “sonorización” del barrio, de cómo fue involucionando. De ser un barrio se convirtió en un lugar de moda y ese lugar de moda a su vez trae gente de distintos lugares. Yo muy pocas veces voy a comer por acá, toda la gente viene y yo me voy, del otro lado al club Eros por ejemplo; es un club de barrio, barato.Hay un problema de sonorización, extraño ese sonido armonioso que se ha ido cambiando por los taladros, por los camiones que descargan esos contenedores a las 4 de la mañana, gente totalmente descontrolada. No estoy en contra de que uno pueda disfrutar una bebida alcohólica, sino cuando ya aparece la violencia es un descontrol y una angustia al mismo tiempo, ese sonido es el que no me gusta de la gente desaforada mal, no feliz.¿Creés en algo? ¿En Dios?Creo que hay alguien superior, sí. Y recurro a él en situaciones extremas. En situaciones que no puedo resolver, como las posibilidades de la muerte de algún familiar, de alguien querido, entonces ahí aparece mi necesidad imperiosa de creer en alguien superior para producir un echo milagroso y ahí entro en conflicto también porque siento que todo lo que he construido desde lo lógico, desde la teoría, se desvanece ante un echo que uno no puede controlar, que no puede manejar ¿no?Si creés en Dios y llegás a la puerta del cielo, ¿qué creés que te diría?“Hiciste todo lo posible por no entrar acá, te daré una oportunidad, fuiste muy insistidor, apasionado, vehementemente insistidor”.Ahora una que no es de Pivot ¿En qué te sentís medio lento?¿En qué me siento medio lento? Y, fundamentalmente cuando las conveniencias ganan muchas veces a las convicciones, y defender las convicciones significa dejar de lado un montón de conveniencias que harían que la vida de uno, quizás, sea mucho más placentera y más holgada. Entonces me siento medio lento porque todavía no puedo equilibrar la balanza de las convicciones o las conveniencias.Hago esta pregunta y la gente lo toma como una connotación negativa, “lo lento es negativo”, y no necesariamente es así…Pero no lo veo como algo negativo, lo siento como algo, soy lento porque no lo puedo entender, porque lo tengo que estar resolviendo, porque en la televisión tenés que (chasquea los dedos) decir todo rápido y no pensar para contestar…. porque la televisión dice “vamos con el tiempo flaco, qué te pasa”, y te miran como diciendo… y vos te tomás un tiempo. Fuimos a un programa de televisión con mi hija mayor, que no está acostumbrada a los tiempos de la televisión, y ella se tomaba sus tiempos, cosa que incomodaba a la entrevistadora, a la periodista. Uno ya está más habituado. Por eso Medios Lentos, medio lento significa en estos tiempos no estar diciendo “y nada”, “y nada”, ¡no! ¡Qué nada! ¡Todo!AutorLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.com