Aritz Recalde es sociólogo, escritor, docente en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), y en éste mano a mano con Medios Lentos cuenta, desde adentro y con precisión, la actualidad de la educación pública en la Argentina.
¿Notas cambios en la educación pública desde que eras un estudiante hasta la actualidad, que sos docente universitario?
Cambió el lugar que le dio el Estado nacional a la universidad. Por un lado, le otorgó prioridad en el terreno presupuestario. Por ejemplo, en la última década los salarios docentes aumentaron más del 900 % y los de los no docentes más de 1.200%. En el terreno de la infraestructura se iniciaron casi 600 obras invirtiendo más de 1.400 millones de pesos en laboratorios, aulas o playones deportivos. Se creó un ministerio de Ciencia y Tecnología y hay miles de estudiantes más haciendo investigación en la Argentina.
Por otro lado, el modelo de desarrollo nacional está asentado en la producción y demanda mayores niveles de inversión en ciencia y tecnología.
A diferencia de la tendencia propia del proceso político neoliberal, actualmente bajó el desempleo y se están repatriando científicos. Son dos cambios radicales.
Hoy por hoy no sólo aumentan las inscripciones a carreras universitarias de estudiantes jóvenes, sino también de adultos mayores, ¿A qué crees que se debe esto?
El gobierno abrió nueve universidades, que sumadas a la “Chilecito” del año 2003, añaden diez nuevas instituciones. En general, el perfil del ingresante de las universidades más nuevas se caracteriza por ser de adultos.
Otra posibilidad es pensar que el crecimiento económico genera mejores condiciones sociales para estudiar, a la par que requiere personal más capacitado.
¿Cuál crees que es el rol del militante universitario? ¿Y cuál su importancia?
Debe asumir que la universidad es del Estado, no del estudiante o de los docentes que forman parte del cogobierno. A partir de acá, su tarea se inscribe conjuntamente a los desafíos nacionales de cada tiempo y geografía. En muchos casos, el estudiante tiene desafíos externos a la institución. Por ejemplo, el militante puede ayudar en las inundaciones de La Plata, aportar al trabajo solidario en Florencio Varela o acompañar la campaña electoral del proyecto nacional para garantizar la permanencia de los logros alcanzados en la década.
Dentro de la universidad debe impulsar la fusión entre el proyecto nacional y las cuatro tareas de la institución (enseñanza, investigación, extensión y venta de servicios). En cada caso, el estudiante tiene que conocer qué hace, que debería y podría hacer la universidad. Surgen preguntas para el militante, como por ejemplo, ¿qué carreras demanda el país y la región?; ¿qué conocimiento produce la universidad?; ¿cómo comprometerla con los grupos sociales marginales?; ¿con quién hace contratos la institución y con qué fin? En cada caso hay debates ideológicos y políticos. En todas las situaciones mencionadas, el estudiante tiene que buscar las soluciones nacionales y ello implica cortar amarras con las soluciones importadas, producto del neocolonialismo que suele ser recurrente en los sectores medios europeístas.
¿Cómo se logró que la Universidad Nacional Jauretche esté a la vanguardia en infraestructura y tecnología siendo tan joven?
Es una institución que nació con el mandato de un gobierno nacionalista y popular. Es por eso que se dictan carreras ligadas a la región y al proyecto nacional, como son las experiencias de gestión ambiental urbana o de ingeniría en petróleo.
La UNAJ está ubicada en una zona popular (Florencio Varela), que favorece la presencia del Estado nacional en regiones con demandas sociales insatisfechas. Ello permite que accedan a la institución los sectores populares, haciendo de la educación un instrumento de igualación y de ascenso social.
Tanto la UNAJ como la UNDAv son universidades que comenzaron a inscribir alumnos durante el kirchnerismo. ¿Se le puede atribuir a este Gobierno participación en la mejora de la educación pública?
La primera apuesta a la educación es el proyecto económico de país que integra socialmente.
En el terreno propiamente educativo, el gobierno mejoró la inversión en sueldos e infraestructura. Se apuesta a la recuperación del protagonismo del Estado nacional, luego de que la ley educativa de 1993 provincializó su funcionamiento. Con dicho objetivo, se sancionó la ley general de educación de 2006.
Además, se favorece a la educación técnica y hay apoyos presupuestarios y un nuevo marco normativo.
Experiencias como Tecnópolis, Canal Encuentro o la entrega masiva de computadoras, son muestras claras de la apuesta educativa sobre la base de las nuevas tecnologías.
Pese a esto, queda aún mucho por hacer en todos los terrenos. En infraestructura escolar y en deporte hay mucho por avanzar. El Estado nacional tiene que estar más presente en la formulación de programas. Tiene que profundizarse la tendencia a que maestros y profesores tengan mejores sueldos y modalidades contractuales.
Para el futuro del país va a ser estratégico tender a achicar las brechas sociales entre los subsistemas público y privado. La educación tiene que igualar socialmente y no dividir, como ocurre actualmente.
Asimismo, hay un largo camino para avanzar en el terreno del debate ideológico, sobre los valores a impulsar desde el proyecto nacional en el terreno de la educación.
Finalmente, resta mucho por hacer en el plano de la integración regional en todos los aspectos. Tanto en la formulación de contenidos en común, como en movilidad de alumnos y docentes o en el reconocimiento de títulos.
Y con respecto a la educación media. ¿Cómo llegan los jóvenes al primer año universitario?
El sistema educativo medio está fragmentado. Las clases medias y altas van a escuelas privadas y generalmente invierten fondos adicionales en cursos y recorridos educativos complementarios. Esa distancia cultural existe dentro de la escuela media y se expresa en los ingresantes.
En temas de contenidos y dinámicas de estudio, hay una distancia importante entre la escuela media y la universidad.
En general, hay mayor politización de algunos sectores de jóvenes, aunque aún son grupos minoritarios.