“Aquello que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia”
William Faulkner
Nos estamos quedando ciegos, los cambios y los peligros ocurren frente a nosotros y no somos capaces de percibirlos para proyectar sus consecuencias, vivimos en permanente estado de sorpresa, como si todo lo que está ocurriendo fuera parte de la gran rueda de la fortuna, como una versión moderna de Carmina Burana.
Me preocupa la ceguera social, porque va acompañada de polarización y violencia, solo escuchamos a los que piensan igual que nosotros y no vemos el peligro en medio de esta locura, imponiendo los problemas de unos por sobre los otros, sin importar lo que al resto le pase.
Son los nuevos tiempos del individualismo, que tiene fugas inesperadas, entendiendo que la energía acumulada revienta siempre por alguna parte, y muchas veces por la peor. Lo saben en Inglaterra, donde disfrazaron el miedo y el racismo con el Brexit, en Colombia, confundiendo la paz con colores y campañas políticas, y en Estados Unidos, entregándole el poder a un outsider agresivo, que promete romper con todo lo existente y poner mano dura con todo lo que esté a su alrededor, como buscando una limpieza brutal de todo lo malo que pueda ocurrir.
No lo vimos venir, ciegos, encandilados, con medios de comunicación que buscan crear realidades inexistentes, falsas, miopes, inocentes. No entienden que su poder ahora está diversificado, y que así como ellos informan, también lo hace cualquier ciudadano con su celular, con una credibilidad absurda, sin verificar fuentes hacen escándalos y llevan con ellos la carga de haberse transformado en la agencia de noticias más sensacionalista de la historia.
La verdad es difusa, la confianza sigue en picada, sin embargo nos entregamos neciamente a los brazos de cualquiera que prometa un cambio profundo, sin importar que ese estilo de populismo, sea de izquierda o derecha, es el que nos ha llevado hacia las peores atrocidades de nuestra historia. Pero no importa, porque no aprendemos, la necesidad la inmediatez es altamente peligrosa, no sabemos lo que queremos pero lo queremos ahora.
Si seguimos ignorando lo que ocurre, seguiremos cometiendo errores groseros, vergonzosos, estúpidos. Tenemos que hacer algo más inteligente que llamar al caos o a la violencia extrema como medida de solución, recordando que esta forma es la prostituta de mentes débiles y desesperadas, abandonadas a su suerte. Personas que terminan votando por personajes como Trump, y que hoy son mayoría. Que no nos extrañe que en Chile aparezca un fanático de la dictadura o un revolucionario caótico y nos lleve al pasado de forma violenta, porque muchos lo están pidiendo, sin mirar más allá de nuestro encandilamiento, producto de noticias exageradas, falsas, con un sentimiento de desesperación, porque sus preocupaciones no son tomadas en cuenta y no dejan de ser importante. Si no nos hacemos cargo de esa mayoría que hoy sigue silente, saldrán en las próximas elecciones y como si fuesen dinosaurios, votarán por el meteorito.
Hagámonos cargo de lo que está sucediendo, porque no es el azar, es lo que nuestro individualismo está provocando, generando en esta olla a presión, la energía suficiente para que todo reviente, volviendo como en nuestra cíclica historia, a repetir los errores y horrores más estúpidos que el ser humano puede cometer, por su ceguera, su ignorancia, su necesidad de inmediatez alimentada por la desconfianza y la falta de liderazgos positivos.
Dejemos de esperar que los políticos hagan algo o que los empresarios se transformen, o cuantas pancartas más que existen. Necesitamos cambiar esta situación y hacer un llamado a la propia responsabilidad, hacernos cargos, tomar conciencia, despertar y mirar por otros vidrios para dejar de alimentar nuestros egos con posturas cercanas que nada aportan. Porque les aseguro que solo leen los diarios que piensan como ustedes y en sus redes sociales se alimentan de pensamientos que son reflejo de los que creen, la llamada caja de eco. Abran la puerta y respiren realidad, el mundo necesita que nos relacionemos otra vez, y que seamos capaces de convivir a través de la tolerancia, donde todos piensan distinto a ti.
No quiero contribuir a seguir construyendo este muro invisible que nos rige como sociedad, quiero derribarlo, como cualquier otra idea que apunte en esa maldita dirección. Para eso debemos trabajar y colaborar, construyendo y mejorando lo que hoy existe, porque esa es nuestra única materia prima, y sobre esa debemos trabajar. Levantemos entonces la mirada y re-conozcámonos como seres humanos.