Golpe Bajo
Por Rafael García PalavecinoTrae malos recuerdos leer en los diarios o escuchar en las radios los títulos que anuncian un nuevo «golpe de Estado» a un país latinoamericano, sobretodo en el siglo XXI, cuando ya conocemos mucha de la historia detrás de los golpes que azotaron a la América Latina de los 70.Los giros de la política suelen ser muy inusuales, pero el de Manuel Zelaya es todo un caso de estudio. Se trata de un presidente hondureño proveniente de una familia pudiente y militante del partido liberal de ese país. Este hombre llegó al poder siendo un candidato de centro derecha y terminó casi aliado con Chávez. Imaginar esto en un escenario argentino sería suficiente para catalogar a uno de loco o pirado en nuestro país.Las últimas medidas que no le cayeron bien a la elite hondureña fueron las que siempre suelen hacer sonrojar de furia a las clases más altas.Una de los decretos polémicos de este presidente fue tocar los intereses petroleros de Exxon y Chevron. Zelaya tomó el control del abastecimiento petrolero para bajar los precios internos del combustible, ya que Honduras no procesa petróleo -salvo empresas extranjeras-, el control fue tomado temporalmente (Washington Post, 14 de enero 2007).Otra fue, que Zelaya llamó a la legalización del consumo de drogas. Eso significa, tasar y hasta gravar el consumo de estupefacientes. Casi en línea con la propuesta de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.Hablar de un golpe de Estado es casi hablar de un último recurso (o penúltimo si agregamos en la escala a Saddam Hussein). Para quienes no estén en tema, la forma básica de dominación de un país es la financiera. Como dice John Perkins en Confessions of an Economic Hitman (Confesiones de un asesino de economías -o algo así-) si se llena a un país con deuda, es más fácil imponerle condiciones y hacer que este entregue sus recursos. Si no se lo hace por las buenas, se lo hace por las malas.Zelaya, presidente de un país con un índice de pobreza del 70 por ciento, tocó intereses sensibles. No es nuevo el intento de un golpe de Estado -de manual ya amarillento- por parte de fuerzas armadas alineadas con los intereses de los conglomerados extranjeros.Por más que sean retirados los embajadores de los otros países y el Banco Mundial, o el BID embarguen a un gobierno de facto, los negocios igual son negocios.Al tiempo en que duran las tibias negociaciones entre Washington y la OEA, una empresa petrolera de noruega (Norway´s Petroleum Geo-Services ) estará explorando las cuencas caribeñas. (Latin American Herald Tribune, 7 de Julio 2009)Desde la oficina perteneciente a Zelaya se informó que esta empresa construirá líneas que abarcarán 10 mil kilómetros de tubería por las aguas soberanas hondureñas.Con todo, hasta que las aguas no se aquieten en el Caribe, el Congreso de Honduras, con fuerte presencia de la oposición a Zelaya, espera pacientemente la aprobación de dicho proyecto.Entonces sin hacer apuntar nuestros dedos índices al norte. ¿Quién puede estar detrás de un golpe de Estado coordinado por fuerzas militares?La aprobación del referéndum de Zelaya de modificar la constitución ¿Hubiese sido llegar a un punto sin retorno para el balance de poderes entre los «reformistas» y los intereses de las clases altas?