La socialización de hombres y mujeres suele ser el entramado perfecto para que el avance de la mujer hacia puestos en lugares claves quede relegado a simples aspiraciones o leyes creadas al efecto de sostener nuestra tranquilidad de que nos hemos hecho oír.
Atávicamente, esos puestos están separados y destinados a los hombres. La cocina, los cuidados de la familia, las tareas del hogar, la abnegación, están separada para nosotras a cambio de amor, que termina resultando en trabajo no pago, y para que “ellos” puedan desarrollarse en sus carreras, trabajos, redes y vida social.
Nos lo enseñan en la escuela, donde en el centro del patio hay una cancha para que ellos jueguen al fútbol. Nuestra existencia parece estar destinada a adornar y festejar sus triunfos. Después de todo, ellos nacieron para triunfar y nosotras para acompañar y sostener.
Con estos designios, si una mujer exige compartir las tareas entre adultos responsables y autónomos, recibe quejas que son realizadas displicentemente en forma de “ayuda”, sin cuestionarse jamás el lugar de privilegio que ocupan dado su espacio en la pirámide, que lejos de ser un mito, se traduce en números que reflejan y desnudan la realidad.
Según Télam: “La oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia realiza, desde 2010, el mapa de género de la Justicia argentina, un relevamiento que demuestra la desigualdad que hay en los tribunales. La composición del tercer poder del Estado es en un 56% femenina. Sin embargo, en la cima de la pirámide, los ministros varones representan el 74% a nivel nacional y los jueces el 64%, mientras que, en la base, las mujeres son el 61%.”
Un informe realizado por UNICEF a nivel mundial revela las insólitas respuestas de por qué las mujeres tienen tan poco lugar en la política: “Las mujeres no suelen presentarse como candidatas a cargos políticos. Aunque todavía es difícil conocer las cifras exactas, los estudios realizados indican que las mujeres suelen presentar su candidatura con menos frecuencia que los hombres. Por ejemplo, en Estados Unidos los hombres tienden, como mínimo, un 50% más que las mujeres a averiguar cómo registrar su nombre en las listas electorales, o cómo tratar la posibilidad de presentarse a las elecciones, con donantes, dirigentes de los partidos o comunidades, miembros de la familia o amigos”.
Veamos algunos ítems que se evaluaron en esa misma encuesta de UNICEF:
- La doble carga de las responsabilidades públicas y privadas.
- Las mujeres afrontan una ardua lucha para convencer a la opinión pública.
- Las mujeres abandonan la política.
La realidad, en el entramado social que existe aún hoy a pesar de los avances conseguidos en lucha, sigue siendo una realidad que se cumple en las formas, pero que todavía se evita que la llevemos a la práctica.
El sistema es perverso, intenta mantenernos entre el suelo pegajoso y el techo de cristal. Todo está preparado para tenernos presas de una u otra manera. En nosotras está exponerlo, plantearlo, plantarnos y no retroceder por miedo a perder el espacio conseguido. Unidas, en bloque tenemos el objetivo de llevar a cabo nuestra lucha de equidad para llegar, en algún momento, a conseguir la igualdad.
Texto: Sara Carina Barni. Fundadora y presidenta de Red VIVA Red de víctimas de violencia y abuso sexual en niños, niñas y adolescencia.
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Collage de portada: Carla Álvarez. Profesora de artes visuales, artista y mamá. Acompaña niñxs-adolescentes en aulas y espacios de taller -Taller Crisantemo-. Sus imágenes surgen como la necesidad de un grito propio y colectivo.
Fuente: https://eltresde.com/2020/09/23/dia-nacional-de-los-derechos-politicos-de-la-mujer-la-lucha-continua/