Tras su manto de neblinas


Tras su manto de neblinas

La retrospectiva en la historia argentina determinó que gran parte de los medios de comunicación fueron cómplices del accionar de la última dictadura, y la Guerra de Malvinas no fue la excepción. Los títulos exacerbados, el patriotismo desmedido y las tapas de los diarios que confirmaban una supuesta victoria contrastaron con el rumbo inexorable de la derrota y la muerte de cientos de jóvenes soldados. Medios Lentos visitó a los diarios de la época para intentar develar qué papel tuvieron los medios durante el conflicto bélico. Además, la opinión del ensayista Ricardo Forster y el testimonio de un periodista que relata cómo se vivió la guerra desde la redacción. Una crónica que comienza en el archivo de diarios del Congreso, a 29 años de la herida que dejó Malvinas.“¡Victoria!”. Diario Popular. 22 de mayo de 1982

 
 
“Fuertes pérdidas del enemigo en los combates librados ayer”. La Nación. 22 de mayo de 1982.
 

  Alguien dijo que la historia es siempre contemporánea porque el pasado se construye a partir del presente. Estoy en la calle Alsina 1861, en el archivo de diarios y periódicos del Congreso de la Nación. Busco reconstruir ese pasado, esa guerra absurda contra Gran Bretaña que empezó el 2 de abril de 1982 –apoyada por la euforia patriótica en las calles– y finalizó inexorablemente 74 días después, la cual dejó como saldo cientos de jóvenes enterrados en el frío, sobrevivientes que tuvieron que regresar por la puerta de atrás, y una herida histórica, social y política que aún no cierra.Reconstruir ese pasado (lo repito en mi cabeza, lo escribo) a través de los diarios de la época –la última etapa de los años sangrientos de la dictadura militar-, y así intentar advertir qué rol tuvieron los medios de comunicación escrita en la Guerra de Malvinas. Entonces empiezan a aparecer en mis manos los títulos de Diario Popular, en imprenta mayúscula, estruendosos, tribuneros.  Títulos con signos de exclamación que invitan a ir a la Plaza de Mayo o exclaman –confirman– la victoria. Lo explicitan: “¡Victoria!”. Títulos acompañados de fotos de jóvenes soldados sin barba con fusiles en la mano, o fotomontajes de Margaret Thatcher representando a la muerte. Títulos como espejitos de colores.Primeros párrafos de la nota del diario La Nación del 25 de mayo de 1982: “El país celebra hoy, en circunstancia desconocidas en este siglo, el 172° aniversario de la Revolución de Mayo, el hecho primigenio que da sentido a la historia patria y explicación cabal inclusive en los momentos actuales. Una voluntad colectiva al servicio de una idea –la independencia nacional– se puso en marcha en 1810. Esa misma voluntad y esa idea persisten hoy en millones de argentinos”. Tres días antes, el diario fundado por Bartolomé Mitre titulaba: “Fuertes pérdidas del enemigo en los combates librados ayer”.“Rechazamos otro ataque aeronaval”. Diario popular. 10 de mayo de 1982.“¡Ingleses asesinos!”. Diario Popular. 4 de mayo de 1982.“El enemigo prepara su derrota”. Diario popular. Miércoles 19 de mayo de 1982Las hojas del diario Clarín de 1982 están partidas, desordenas.  “Mirá que son papel picado”,  advierte el hombre  que me acerca el contenido desde la ventanilla. Las hojas tienen olor a humedad. Vacilo en si es una exageración retórica –un abuso metafórico– escribir olor a pasado. Reflexiono que sí. No lo escribo. Encuentro en la caja algunas páginas sueltas del 2 de abril de 1982: uno de los artículos titula “Opiniones coincidentes”, en la cual el diario consultaba sobre la guerra a “ex presidentes, ex cancilleres, dirigentes políticos y sindicales”. Entre ellos estaban Eduardo Emilio Massera, Roberto Viola, Arturo Illia y Jorge Triaca. Unas páginas después otra nota de Clarín rezaba: “Saint Jean calificó de ‘gimnasia subversiva’ la marcha de la C.G.T”.  El domingo 16 de mayo, el gran diario argentino dejaba entrever en el centro de su tapa una frase de Leopoldo Fortunato Galtieri: “Lucharemos todo el tiempo necesario”. Otra de sus tapas publicaba el título “Euforia popular por la recuperación de las Malvinas”, acompañada de una foto de espaldas de Galtieri saludando con la mano derecha en alto, a lo Perón, a la multitud apostada en Plaza de Mayo.Por su parte, el viernes 2 de abril de 1982 el diario La Razón titulaba en letras enormes: “Las Malvinas en manos argentinas”. Su volanta fue contundente: “Hoy es un día glorioso para la patria. Tras un cautiverio de un Siglo y Medio una Hermana se incorpora al Territorio Nacional”.“Retrocede el enemigo”. Diario Popular. 3 de mayo de 1982.“Se responderá a toda agresión británica”. La Nación. 25 de abril de 1982.El ensayista y filósofo Ricardo Forster le dice a Medios Lentos: “En los años finales de una dictadura en decadencia, la prensa escrita fue una vez más cómplice de un discurso que ocultaba la realidad del país para generar un consenso amplio, en respaldo de una estrategia para sostener una dictadura que se caía. Fue una posición complaciente de los medios hegemónicos como Clarín y La Nación”.Reflexiona Forster:(…) “Esto expresa que hay una prensa que responde a los intereses dominantes que en ese momento eran los de la dictadura, una prensa que siempre imaginó que la guerra es parte de una negocio mediático y amarillo. Al final, cuando vieron que todo había sido algo macabro, comenzaron a abrir una cierta dimensión crítica” (…)(…) “La guerra de Malvinas demoró el declive de la dictadura. Luego de Malvinas, volvió con mayor fuerza el proceso irreversible de su caída. Ahí los medios empezaron a separase de la dictadura, pero hasta ese momento las críticas eran muy solapadas, evidentemente cómplices. De hecho, ya en el ‘82, tanto La Nación como Clarín podían tener algunas ediciones más críticas y lo hicieron muy tibiamente utilizando eufemismos” (…) ¿Considerás que los medios en general  tuvieron una influencia directa en la gente para forjar esa euforia patriótica?– Toda euforia patriótica en una sociedad necesita de un fogoneo muy fuerte por parte de los medios de comunicación; si éstos, sobre todos los audiovisuales y gráficos, expresan un acompañamiento casi festivo a la decisión de la guerra, hay parte de la población que se siente convocada por ese espíritu. Fueron muy pocos los que en ese momento se opusieron a la guerra y expresaron su rechazo. Una parte de la sociedad compró esa discurso porque fue directa o indirectamente cómplice de la dictadura, o porque la aceptó o la deseó;  y después están los que siempre se dejan llevar por las narices, los que no tienen sentido crítico, y se dejan llevar por un patrioterismo  y una guerra que fue absurda.En los diarios de aquella época  también hubo voces contestatarias, casi gritos en la niebla histórica de esos años, como la columna que redactó el fallecido periodista Manfred Schönfeld el 16 de junio de 1982, en el diario La Prensa: “Con un menosprecio por la opinión pública que no puede ser admitido, casi 24 horas después de haberse firmado en Puerto Argentino el acta de un supuesto ‘cese el fuego’, la opinión del país seguía careciendo ayer de la más mínima información acerca del contenido de dicho documento”.Y continúa: “Los medios de difusión masiva –controlados por el gobierno– se dedicaban a la seguir ofreciendo a los televidentes y oyentes sus insulsos programas, como si nada hubiese pasado (…) No podemos dejar de pensar, simultáneamente, en las masas hipnotizadas por el lavado de cerebro puesto en marcha por la televisión que el gobierno regimenta, y que canturreaban ‘paz’, y otra vez ‘paz’, y una vez más ‘paz’, pocos días antes al paso o en la presencia del Papa, mientras los británicos mataban a nuestros hombres en el Sur. Lo que sí sentimos es que el gobierno le debe una amplia rendición de cuentas a la ciudadanía. Se la debe, de por sí, y desde hace tiempo, sobre muchas otras cosas”.“Galtieri reafirmó la soberanía argentina”. La Nación. 23 de abril de 1982. “El pueblo quiere saber qué pasa”. Diario Popular. 22 de junio de 1982.Es 2 abril de 2011, Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas. Pasaron 29 años de aquella guerra insensata que sepultó a centenares de jóvenes. 29 años de aquella sociedad que les produjo otra muerte: la de la inferencia. La del olvido. 29 años de aquel: “Si quieren venir, que vengan: les presentaremos batalla”. 29 años de aquellos años de la muerte.Pocos diarios tocaron la noticia el sábado pasado. La Nación abordó el tema con una breve columna en la página 16: “Evocarán hoy a los caídos en Malvinas”. Crónica le brindó su primera página: “Homenajes a combatientes y caídos en las Malvinas”. Clarín propuso una nota mayor: “Malvinas: buscan declarar sagrado el escenario de una batalla sangrienta”. Página 12 no tocó el tema.Sí lo hizo al día siguiente, domingo 3 de abril, mediante una columna de opinión firmada el periodista y ex combatiente Edgardo Esteban. Sus palabras estremecen: “Durante la guerra los soldados argentinos no sólo tuvimos que combatir al enemigo, sino el hambre, el frío y la inaudita incompetencia y crueldad de nuestros propios jefes militares”.“(…) De alguna forma se combatió a los ex combatientes, dándonos la espalda, obligándolos a la marginación, sepultándolos en el olvido, la indiferencia. Resultado: los suicidios de ex combatientes llegan a 500 casos aproximadamente (…) Necesitamos ganarle a nuestra propia guerra y recordar tanto a los que murieron en las islas como a los que volvieron y, como consecuencia de la indiferencia y el olvido, se quitaron la vida. Por la vida…”.Por la vida, tras su manto de neblinas.“Nos dábamos cuenta que los grandes medios eran socios en el discurso con la dictadura”Pero mientras gran parte los diarios y revistas acompañaba la desmesura militar y publicaba títulos como “¡Victoria!”, o el famoso “Estamos ganando”, ¿qué sucedía dentro de las redacciones? ¿Cómo vivieron los periodistas aquellos meses de 1982?Martín Sánchez trabajaba como redactor en la sección de Deportes del diario La Prensa cuando en la madrugada del 2 de abril de 1982 las tres fuerzas armadas efectuaron un operativo de “recuperación” en las Islas Malvinas.Pero el periodista hace una pausa en la historia y contextualiza el momento: “La Prensa fue el diario centenario que siempre representó los intereses del conservadurismo nacional. Sin embargo, a partir de 1980 comenzó a revelar atrocidades de la dictadura, supuestamente luego de un quiebre interno dentro de alguna de las Fuerzas Armadas”.“Eso fue provocando que el diario, que estaba en franca decadencia –hasta la fundación de Clarín, era el de más venta, y cuando Perón confiscó La Prensa, Clarín se quedó con su suplemento de avisos clasificados– levantara las ventas. En la redacción había entusiasmo porque al fin se empezaba a develar una verdad. Y hasta en las crónicas deportivas bajábamos líneas”.Recuerda Martín Sánchez que, con la llegada de la guerra de Malvinas, las denuncias del diario contra la dictadura militar se hicieron “más ostensibles”, en tanto que la familia Gainza Paz -los dueños de La Prensa– dieron definitivo apoyo editorial, y todo se concentró en las columnas de los periodistas Manfred Schönfeld y José Iglesias Rouco.“Pero poco antes de que se desatara Malvinas –se lamenta el periodista- Schönfeld fue atacado por una patota y lo desfiguraron con manoplazos”. Y continúa: “Siguió escribiendo desde su casa. Pero tenía muchos problemas de salud, y ese ataque lo desmejoró mucho. Murió un año después. Iglesias Rouco siguió escribiendo desde la clandestinidad, nadie conocía donde vivía. Después se tuvo que ir del país”.Dice Martín Sánchez que había un gran triunfalismo en la calle y en los medios.  Analiza que  “la certeza de la mentira del gobierno militar llegó claramente cuando se reprimió brutalmente una concentración de la CGT –hubo un obrero muerto–, cuando días antes el gobierno militar y Galtieri habían convocado a la Plaza”.Y es contundente: “Sí, muchos nos dábamos cuenta que los grandes medios eran socios en el discurso con la dictadura. Al poco tiempo, después del sacudón inicial, muchos entendimos que Malvinas había sido un manotazo de la dictadura para conservar un poder que se le escurría”.AutorDaniel Meccadaniel@medioslentos.comProducciónLuciana Mazza Toimilluciana@medioslentos.com