Puerto Rico y Latinoamérica, una relación de identidad
Después de leer la última columna de Fiquito Yunqué (www.fiquito.com) desde Puerto Rico, y tras conversar con él en su visita a Chile, no podía quedar ajeno e indolente ante su situación, así como tampoco tras las variadas conversaciones con sus compatriotas, quienes me han educado en su historia. Es por eso que reflexiono sobre este país y nuestro punto de vista, la otra mirada, el cómo Latinoamérica ve a este lejano y ajeno país, desconocido para muchos en estas latitudes.En estos últimos años me ha tocado conocer a puertoriqueños que han llegado a Chile por diferentes cirscunstacias, pero todos con la misma intención, dar a conocer la situación que viven, su historia, la que acá es totalmente desconocida por la mayoría .Cuando pregunto a diferentes personas sobre Puerto Rico, incluso a mis alumnos en las primeras clases, llama la atención el total desconocimiento sobre su situación, incluso su ubicación, confundiéndolos algunas veces con Costa Rica “por alcance de nombre”, como me respondieron una vez. No me extrañó entonces saber que allá confunden a Perú con Chile. Nada de esto extraña en un continente que, como he dicho anteriormente, sabe más de cultura europea que latinoamericana, y donde incluso la CEPAL, para opinión de muchos, nos ha dividido extrañamente, hablando de Latinoamérica y el Caribe, como dos entes separados, concepto que ha traído muchas teorías y significancias, pero que al escucharse nos da a entender, malamente, un concepto de diferenciación y no de identidad cultural.Dado el desconocimiento que tenemos sobre Puerto Rico, salvo algunos datos no muy relevantes, como el de ser la cuna de varios artistas conocidos por la música o el cine, comenzaré entonces contando su situación geopolítica. Su condición de “Estado Libre Asociado” (Commonwealth), condición que tiene muchos puntos de vista, pero queriendo ser fiel a mi pregunta inicial, responderé tal como lo vemos cuando entendemos a grandes rasgos de que se trata esta dependencia de Estados Unidos, un estatus de territorio norteamericano, usando el término correcto y dejando los eufemismos de lado. Puerto Rico es una “colonia”, con la diferencia que es una mayoría (que disminuye día a día) de ciudadanos los que apoyan esta forma de gobierno, esta pertenencia sin formar parte, una especie de apéndice externo.Seré crudo, y tal como un alumno me dijo una vez que escuchó de qué se trata el estado libre asociado, nos cuestionamos el por qué usan la palabra “libre”. Pregunta válida que no tiene respuesta coherente con la historia, pero que sin embargo algunos defienden como un mejor futuro.Cuando sigo preguntando y conversando sobre esta isla caribeña, y acá quiero destacar el respeto con el que escribo esto, con el ánimo de mostrar una realidad y no de criticar porque sí, llegamos al punto en que como latinoamericanos vemos un territorio con las siguientes características: Un país sin lógica, transformado en colonia a la fuerza, defendido por sus ciudadanos, a los cuales se les instaura un Presidente por el cual no pueden votar, pero que sin embargo deben respetar como tal, y donde por un beneficio económico (que no es tan claro a la hora de revisar los números) es capaz de vender su propia identidad e independencia, entregando en bandeja sus recursos naturales.Como vemos no es muy distinta a nuestra realidad, salvo que podemos elegir para bien o para mal a nuestros presidentes, y donde tenemos la libertad hasta de derrocar gobiernos si queremos, y lo hemos hecho, hasta construir democracias que distan de ser perfectas, pero que día a día buscan ser mejores.Así es como se ve Puerto Rico, como un país latinoamericano que se encuentra de rehén por Estados Unidos, un país con el síndrome de Estocolmo, el raptado que se ha enamorado de su raptor.Sabemos también que no es menor el grupo de personas que busca y lucha por la independencia de su país, de su identidad y de su cultura. A ellos también los he conocido, personas como Gabriel Muriente, quien en su visita a Chile me dejó claro cómo funciona su sistema electoral, cuáles son los números reales que allá muchos desconocen, sobre su historia de orgullo nacional, de sangre y sufrimiento, historia de abusos, como dice Eduardo Galeano en su libro “Las venas abiertas de América Latina”. Así es como agradezco esas conversaciones en Santiago y Viña del Mar llenas de datos interesantes y de comparaciones, que de mucho me sirvieron para hoy escribir y hablar de ellos. Agradezco también la visión crítica y dura de Fiquito Yunqué, la destreza de sus palabras que describían su gobierno y sus vicios, las dos caras de la medalla en una población de aproximadamente 8 millones de personas, la ironía con la que manejaba sus columnas y la fuerza de su misión. Conversaciones que no hacen más que ratificar que tenemos más igualdades que diferencias.No solo de política me han interiorizado, no sólo de su cultura, porque hasta café y ron me ha llegado desde allá. Así es como agradezco las conversaciones con Jorge Muñiz, un Puertoriqueño con sangre colombiana que me ha mostrado el paralelo existente entre nuestras culturas y países. De todo un poco he conocido, sin dejar de lado su música, de la que Gabriel Cabra a duras penas ha podido enseñarme, incluso a escuchar Salsa, a entender un ritmo para entender un país, conocer su día a día para involucrarme con lo que pienso.Así sigo sumando conocidos, amigos, conversaciones por las cuales no escribo sin la autoría que éstas me dan, dejando claro y recalcando que éste es el punto de vista sureño, como vemos su realidad desde acá abajo. No puedo dejar de nombrar a René Perez y su conmovedor esfuerzo por dar a conocer a través de su arte y música la realidad que hoy golpea a Puerto Rico, amistad que abrió mi curiosidad sobre muchos ámbitos continentales y que hoy se transforman en palabras con intención.Es así cómo vemos un país que encierra riquezas que se están acabando rapidamente, un país latinoamericano al que tratan de disfrazar de norteamericano a la fuerza, un país que cada día se ve más violento y que, lamentablemente, no tiene un futuro alentador bajo esas condiciones. Un país que hoy debe despertar como está despertando Latinoamérica, porque es también la hora de Puerto Rico, la hora de darse cuenta que “la sangre tira” y que una cultura debe desarrollarse en sí misma para surgir, porque es la identidad de riqueza más grande de un país, y bajo esa riqueza debe levantar un futuro próspero en una nación viva.Esta columna busca también dar a conocer una realidad que nos debe preocupar como latinoamericanos, que nos debe hacer reflexionar en lo que nosotros también queremos como identidad, dejar las rencillas absurdas para pensar en grande, una misión de todos, un aprendizaje y un futuro, que contemple a Latinoamérica en su integridad, esto incluye a Puerto Rico, a su cultura y libertad, que también es nuestra. AutorGonzalo Larenas Crichtoninfo@medioslentos.comTwitter: @GonzaloLarenas