El rol de los medios en los Casos Bonino y Cabezas
Durante la década del ´90, los medios de comunicación y los periodistas sufrieron grandes transformaciones. El presidente Carlos Saúl Menem asumió el Gobierno en 1989 y cinco años después, llevó a cabo la reforma de la Constitución Nacional para facilitar la consolidación de los monopolios de la comunicación. Por otra parte, se registró el mayor índice de ataques a la prensa y periodistas. Los asesinatos del periodista, Mario Bonino y del reportero gráfico, José Luis Cabezas, se enmarcó en ese contexto político y social que reflejó una censura a los medios de comunicación y por consecuencia, la falta de pluralidad de voces e intimidaciones que propiciaban el silencio.El caso del fotógrafo de la revista Noticias estuvo en boca de todos en 1997. Luego de su asesinato, la divisa “No se olviden de Cabezas”, que representó la indignación y el compromiso popular, fue publicado en todos los medios de comunicación y la prensa siguió minuciosamente la investigación desde las zonas aledañas al municipio costero de Pinamar. Los periodistas publicaron con gran inmediatez las novedades referidas al caso que no sólo significó un hecho aberrante envuelto en un nuevo ataque a la prensa, sino también involucró denuncias que recayeron en sectores de la política del gobierno de Menem, con quien el empresario Yabrán, acusado del asesinato de Cabezas, entabló “buenas relaciones”. El compromiso constante que adquirió la prensa se vio reflejado en la divulgación de actos en reclamo de justicia y el seguimiento de la causa judicial. La gran repercusión en la Argentina fue un factor relevante para incidir en el esclarecimiento del asesinato.Los periodistas Oscar Balmaceda y Antonio Fernández Llorente publicaron el libro “El caso Cabezas” que relata el crimen luego de ocho meses de investigación en la ciudad de Dolores. Por esta razón, recibieron amenazas e intimidaciones. Además, la hermana de Fernández Llorente sufrió una persecución y una herida en la mano por lo que el periodista decidió volver a Buenos Aires. La prensa tuvo un rol indispensable para alcanzar la resolución de un caso tan emblemático que puso en duda la política del gobierno de Carlos Menem y expresó un signo de hartazgo a nivel social. Luego de 13 años, los medios lo siguen recordando.Pero, ¿Qué pasó con la cobertura mediática de la muerte del periodista Mario Bonino? ¿Por qué la prensa no actuó como lo hizo en el caso Cabezas cuatro años antes? Muy pocos conocen a Mario Bonino. Y eso se debe a que el periodismo se encargó de desconocer su historia. El caso del militante, luchador por los derechos humanos, era fuertemente difundido por la UTPBA que organizó actos para denunciar la falta de compromiso del Gobierno para esclarecer el caso. “Las empresas nunca tuvieron interés en difundir una noticia como esta”, sostuvo el secretario general de la UTPBA, Daniel Das Neves, en una entrevista realizada por alumnos de la institución Taller, Escuela y Agencia (TEA). La cobertura de los medios fue escasa. Las pocas publicaciones que se conocieron fueron el informe del programa “Edición Plus” emitido por Telefé a un año del asesinato y luego, en 2003, en el programa “Forenses” por canal 9. También la revista Humor Registrado publicó en enero de 1994 un artículo periodístico denunciante y comprometedor titulado “Algo para no olvidar: El caso Bonino”, bajo el encabezado: “Las muertes del Menemismo”.“Yo creo que (los asesinatos de Cabezas y Bonino) se dieron en un contexto político- social distinto. Había una gran diferencia entre la repercusión de una y otra situación. En el caso de José Luis hubo factores que jugaron para que los medios se hayan interesado, divulgado la información y tomado otra actitud: había protagonistas como Yabrán y factores como el duhaldismo. En el caso de la desaparición y asesinato de Mario se está hablando de un militante que pertenecía a una organización que peleaba en defensa de los intereses de los trabajadores. Es otro el protagonismo”, aseguró Ana Villarreal, secretaria de Derechos Humanos de la UTPBA. En referencia a la situación política y social, el periodista que acompañaba a Cabezas en Pinamar, Gabriel Michi, coincidió con Villarreal ya que sostuvo que “el contexto era diferente” y que Mario “no trabajaba en un medio de prensa, sino en la actividad gremial”.El golpe a la prensa“Las historias tanto de Bonino como de Cabezas no son hechos aislados, sino que se produjeron entre los mismos años en que se registró el mayor índice de ataques contra periodistas argentinos”, decía una de las gacetillas escritas por la UTPBA durante la década de `90. Según datos de la organización, entre la muerte de Bonino y de Cabezas, se produjeron 600 ataques contra periodistas y trabajadores de prensa, contándose entre ellos, el caso Cabezas.“Hay que tener en cuenta que estamos hablando de los años ´90, sobretodo a partir del año 1991 momento en que se acrecentaron las persecuciones, amenazas, atentados contra medios de prensa y periodistas”, afirmó Villarreal.Poco antes del asesinato de Bonino, fueron salvajemente atacados los periodistas Mario Bonelli, del Diario Clarín y Radio Mitre, y Hernán López Echagüe, del diario Página 12 y, a su vez, fueron colocados artefactos explosivos en esos medios y también en Editorial Perfil.El ataque a la prensa empeoró cada vez más. La UTPBA realizó en septiembre de 1993, dos meses antes del fallecimiento de Mario, un acto “Por la vida y Contra la Impunidad”, en Plaza de Mayo para denunciar la situación que vivían los periodistas en aquel momento y que hacía eco en los grandes monopolios de comunicación.Un estudio realizado por el Centro de Estudios de la Información y la Comunicación, de la Universidad de Guadalajara, en México que analiza las publicaciones en los medios sobre agravios a la prensa en a nivel mundial dio a conocer en 1993 nuevos casos de violencia contra trabajadores de prensa y medios de comunicación. Entre esos casos figuraron la bomba que estalló frente a las instalaciones de la emisora porteña FM Radio Tribu en y las reiteradas agresiones sufridas por el periodista Hernán López Echagüe, la amenaza de muerte al periodista de Clarín, Daniel Santero, y más de 60 intimidaciones registradas en septiembre de ese año.Ante esta situación, la prensa reclamó una solución al gobierno menemista para que detenga los ataques. El Presidente accedió a reunirse con los periodistas agredidos, pero las agresiones continuaron. Comenzó una ola de denuncias, protestas y dichos sobre mafias en el Gobierno que buscaban silenciar a la prensa.La democracia argentina debería ser sinónimo de libertad, pluralismo y multiplicidad de voces. No de censura y unidireccionalidad en la información, sin posibilidad de hablar ni opinar ni discutir. Tanto Mario Bonino como José Luis Cabezas son un ejemplo de la lucha contra aquellos preceptos establecidos en contra de la democracia. La prensa fue sinónimo de censura en los ´90, resultado de la política establecida por el Gobierno menemista en esa década.AutorMaría Victoria Ciccola