La hora de Latinoamérica
Se acaba un convulsionado 2011, donde ha habido muchos cambios, y la crisis que hoy nos rige radicará en que en los próximo años habrá un giro en el eje social, económico y cultural, un próximo año en que Latinoamérica tiene la gran oportunidad de demostrar y solidificar su auge.Partimos el año con una gran terremoto en Japón, hecho que se iba a convertir en el símbolo de lo que venía. Un terremoto no solo natural sino también social y económico, de una magnitud quizás más grande. Este nuevo terremoto tuvo como epicentro el medio oriente, pero que radicó en una protesta a nivel mundial, dejando entrever la crisis que golpearía fuertemente a Europa, mostrando el descontento de una sociedad latinoamericana cada día más exigente ante los nuevos retos de los respectivos gobiernos, que se vieron amenazados por un movimiento estudiantil que marcó los caminos de países como Chile, Puerto Rico, Colombia y México.Hoy el panorama sigue marcado por la gran crisis europea, por la inestabilidad de los Estados Unidos y por el nuevo poderío asiático, formando éste el nuevo eje del mundo. Han caído los paradigmas de la sociedad occidental, lo que ha provocado un cambio radical que pone a China en la cabeza de este nuevo orden, y por consecuencia deja a Latinoamérica en un excelente pie ante este futuro incierto, debido a las fuertes negociaciones sobre las cuales depende nuestra economía, basada principalmente en la exportación de materias primas, tan necesarias para que las nuevas potencias se desarrollen. Nuestros méritos han sido el orden, el trabajo de años, el que dio como resultado una solidez que nos permite estar más seguros que otros para enfrentar la tormenta, pero este trabajo debe dar el próximo paso, dejar de depender de materias primas y comenzar a producir bienes y servicios, desarrollarnos en tecnología y competir con los más fuertes.Latinoamérica debe resolver cómo plantarse firme en lo que viene y cómo establecerse seguro entre los que acarrearán la responsabilidad de ser la solución, dejando atrás nuestra pesada historia de problemas, hemos aprendido duras lecciones las cuales nos dan hoy la oportunidad de lograr lo que siempre esperamos.Ya es sabido que la región se encuentra no solo entre las más estables, sino también entre las más pacíficas, por lo que es hora de dejar de buscar enemigos externos y preocuparse por los nuevos enemigos internos, sobre todo en el caso de México y Colombia, donde los gastos en el ámbito de seguridad se ven claramente sobrepasados e inútiles ante la grave violencia de grupos armados ilegalmente, que van tomando un poder que no corresponde a los tiempos que vivimos en el continente, y que no solo es responsabilidad de estos gobiernos, sino de todos quienes vivimos en la región, favoreciendo la seguridad y estabilidad íntegra, para lo cual se deberían favorecer las ayudas regionales, y no de otra índole, que nos han llevado a retroceder y depender de factores que nos son ajenos.Ha llegado la hora de Latinoamérica, y eso significa que de una vez por todas, este continente deberá buscar con más eficacia que nunca, la real integración, entendiendo que ese es el único camino que plantará los cimientos de esta nueva sociedad. Una sociedad en la cual lo económico comience a dar frutos y nos transporte al salto último, para olvidarnos de las vías de desarrollo y pensar en ser un continente desarrollado.La solidez de nuestra economía es un pilar fundamental que debe completarse con una búsqueda en los problemas sociales y culturales, trabajar no solo en la macroeconomía, sino también en la economía que toca a cada persona, que la estabilidad y crecimiento lo sienta quien va temprano a su trabajo, el que tiene que pagar las cuentas a fin de mes, para así eliminar la descriteriada brecha que marca a países como Chile, y buscar así el desarrollo integral del país, sin desmerecer lo que se ha logrado.México debe ser parte de nuestro pilar centroamericano, y no seguir debilitándose con esa herida que parece no cerrar y que pasa a ser la causante del freno con el cual avanza ese país, y que es la violencia interna.Los ejemplos de desarrollo social deben enfocarse en búsquedas como las de Brasil, en las que la educación pasó a ser una causa de todos y por todos, demostrando así su importancia en lo que hoy es ante el mundo, una de las nuevas potencias, demostrando que no solo es una responsabilidad estatal, sino que además es un compromiso social y empresarial.Para no seguir dando ejemplos de lo que ocurre en cada país, resumiré diciendo que la respuesta a nuestra solidez está en cada uno de los territorios que componen este nuevo eje latinoamericano, y que la integración logrará desarrollar el potencial de cada uno para que así avancemos como es necesario para enfrentar este nuevo tiempo, en el que se espera mucho de nosotros, pero con cierta desconfianza en nuestra madurez continental.La tarea es de todos, no solo de algunos gobiernos, la tarea está en que cada ciudadano logre comprender el nuevo desafío, que nuestros políticos entiendan que las diferencias de partido no serán un problema para desarrollar eficazmente un plan de trabajo en conjunto con miras al desarrollo sustentable, y donde las políticas cortoplacistas serán reemplazadas por políticas maduras, que piensen en el futuro de todos y no solo en las próximas elecciones, en un solo objetivo, que integre a todos.Los movimientos sociales han entregado a Latinoamérica un arma fuerte, han logrado poner en la agenda de cada gobierno las intenciones de toda la gente. Demostraron que tenemos una comunidad más preparada y lúcida con los aconteceres mundiales, la cual no dará pie atrás para lograr los resultados esperados, y que no se dejará callar como siempre acostumbraba a hacer.Hoy los movimientos sociales nos muestran que son el puntal que deben aprovechar los distintos líderes en todas sus áreas, transformándose en un ente fiscalizador más práctico y eficaz que los que se han establecido. Este cambio social será el cinturón que apretará a que los gobiernos comiencen a establecer un futuro cierto y real, que no aceptará un no, ni un tal vez, algo que podrían envidiar otros continentes, teniendo una participación activa de las personas sobre las instituciones y no al revés.El tema entonces radica una y otra vez en la integración. Esa integración depende un futuro que se ve cada día mejor, pero que no debe perder su rumbo, porque los cimientos recién están dando frutos, y es ahora cuando se establecen las directrices de lo que será este continente en el formato mundial, teniendo en claro que las relaciones internacionales son las que nos han levantado y formado como el ejemplo del que hoy quieren aprender los que ya tuvieron su oportunidad.AutorGonzalo Larenas Crichtoninfo@medioslentos.com