Comienza otro año para Latinoamérica y es hora de repasar lo vivido para entender lo que viene en economía, principalmente porque 2014 fue un año bastante complicado para la mayoría de los países del continente, que se vieron influidos por la baja en el precio de las materias primas, tema del cual todavía no aprendemos, poniendo una y otra vez todos los huevos en la misma frágil canasta. Bastó que China frenara su crecimiento para que nosotros suframos las consecuencias, si los grandes dejan de comprarnos petróleo, cobre, soya, etc. quedamos a la deriva, nos desordenamos y comienzan los conflictos sociales a explotar como petardos de fin de año, los ejemplos de esta crisis económica que desemboca en descontento social se ven a diario en Venezuela y Argentina principalmente, diferente a los descontentos sociales en otros países que no tienen una relación tan directa por los problemas externos que afectan fuertemente su economía.
Son pocos los países que no se vieron afectados en su crecimiento el año recién pasado, como Bolivia y Paraguay, que pasa porque sus materias primas siguieron manteniendo su precio e incluso su alza, pero ni siquiera los que siguen creciendo muestran algo diferente, se suben a la rueda de la fortuna de las materias primas, y así como un día están arriba, al siguiente pueden estar abajo.
No es posible que Latinoamérica dé el gran paso al desarrollo sin innovación, sin desarrollo en ciencias y tecnología, nos quedamos atrás y tuvimos todo para hacerlo, años de bonanza que desaprovechamos, algunos siendo conservadores, otros potenciando un necesario gasto social, pero muy poco en proyección, en reformas educacionales que a largo plazo generen un cambio verdadero, que nos lleve al lugar donde las grandes economías intercambian ciencia, tecnología y cerebros capaces de lograr estos avances. Nuestros talentos se arrancan porque no tienen nada que hacer acá, su techo es muy bajo y simple para el desarrollo de su potencial, nos perdemos lo mejor.
Latinoamérica debe replantearse como lo trato de hacer Brasil en su momento, involucrándose en el mejoramiento de la calidad de la educación universitaria, que llevó a los rankings a darse vuelta y llenarse de universidad del gigante país, con una campaña que involucraba a todos los ejes, desde el estado hasta las empresas, quienes fueron un factor determinante en lo que hoy están comenzando a exportar. Todo esto independiente de la crisis que tienen y tendrán por su problema en la administración petrolera, lo que interesa es que se enfocaron en el largo plazo, ese es el único camino.
Para los próximos años sabemos que los países de centro américa, especialmente México, se debería ver arrastrado hacia arriba porque Estados Unidos comenzó un nuevo despegue, lo que beneficia económicamente a sus vecinos. Para los países sudamericanos, la crisis aún no pasa, y la ola más grande llegará para Argentina y Venezuela, esto nuevamente debido a la inestabilidad en los precios de las materias primas que exportan, lo que seguirá trayendo consigo conflictos sociales y malestar político. El crecimiento seguirá sostenido para Bolivia y Paraguay, por otro lado Chile comenzará a reflotar levemente por el cobre, pero seguirá con un crecimiento inferior a los años anteriores, donde el precio del llegaba a sus máximos históricos y China levantaba al país. Lo que se destaca en Chile es que independiente de su coalición política, su economía sigue el mismo rumbo, dando la señal de que quienes están a cargo del país son los empresarios y no los políticos, lo que trae beneficios y problemas, como se ve hoy con las fuertes discusiones en reformas laborales que se mantenían desde la dictadura.
Latinoamérica enfrenta todavía un temporal que se mantendrá en los próximos años, por lo que el manejo de la economía será fundamental, los hilos estarán débiles y todo dependerá de cómo se maneje la crisis para mantenerse a flote. Todo esto nos muestra nuestra fragilidad como países, fragilidad que deviene de nuestra brutal dependencia de las materias primas, entendiendo además que estas se acabarán un día y no tenemos otras proyecciones, seguimos apostando a lo fácil; hacer el hoyo y vender lo que salga, no hay trabajo posterior, no hay valor agregado, no hay investigación y por lo tanto no hay desarrollo. Eso lo harán los países desarrollados, quienes nos venderán los productos hechos con nuestras materias en precios impensadamente más altos, y los compraremos sin pensar en lo absurdo de esta ecuación.
Perdimos nuestra oportunidad, por lo que tendremos que crearnos otra, y es de esperar que cuando vuelva la época de bonanza, no sigamos repitiendo nuestro histórico error circular.