«Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros”
Jorge Luis Borges.
No te lleves nada que no te marque
Estambul es mágica y única, caminar por la antigua Constantinopla emociona. Llama la atención el contraste entre el ruido de la ciudad y la sensación de paz y tranquilidad que te invade al bajar por las escaleras a unos diez metros de profundidad en Las Cisternas del Palacio Hundido de Yerabatan.
La sensación de haber retrocedido muchos siglos en el tiempo se filtra por techos y paredes, y esto se comprueba automáticamente al escuchar las exclamaciones de los sorprendidos visitantes. La Cisterna es una magnífica obra de ingeniería: un inmenso depósito de agua construido en época romana para abastecer la ciudad.
Fue realizada por el emperador Constantino (272-337) y luego ampliada por el emperador Justiniano el Grande en el año 532, constituyendo la reserva de agua más abundante del Gran Palacio Bizantino. Su construcción también obedecía a la necesidad de suministrar agua a Constantinopla en caso de verse asediada. Ésta llegaba a las cisternas a través de acueductos desde una fuente ubicada a 19 km de la ciudad.
La Cisterna de la Basílica o Cisterna de Yerabatán tiene unos 9.800 m2 y está sostenida por una impresionante columnata construida con piezas procedentes de los innumerables monumentos situados en las cercanías de Estambul. Se utilizaron como material principal 336 columnas romanas de los antiguos templos paganos, con una altura de hasta 9 metros. Esta inmensa cisterna podía albergar unos 100.000 mts³ de agua aproximadamente.
Algunas de ellas tienen capiteles corintios y otros dóricos .El mármol del que están hechos también varía de columna a columna.
La hermosa Estambul guarda un interior más bello que el que muestra en su superficie. La reserva estuvo funcionando plenamente hasta finales del siglo XV, pero fue redescubierta por un viajero holandés, Peter Gyllius, en el siglo XVI . Este escuchó historias que contaban los habitantes de Estambul, como por ejemplo que sacaban agua y a veces peces desde pozos ubicados en los sótanos de sus casas. Vio extrañado como muchos vecinos desaparecían tras sus puertas con cestas vacías y volvían con ellas llenas, los siguió y encontró un territorio que hasta entonces era desconocido para muchos.
Las Cisternas fueron restauradas en 1987 y se construyeron unos puentes de madera sobre el agua, por lo que es posible realizar un recorrido circular por este bosque de columnas.
Recorrer esas pasarelas ubicadas nos muestra una maravillosa combinación entre ingeniería y arte, con una calidad digna de un palacio, por eso el monumento es también conocido como Yerebatán Sarayi, el Palacio Hundido.
Pero no todo termina aquí. Dentro de este complejo existe una maravillosa curiosidad, como las cabezas de la Medusa, usadas como base de otras dos columnas. Estas presentan una gran peculiaridad, ya que una se encuentra colocada cabeza abajo y otra inclinada de forma lateral, de hecho incluso han inspirado varias leyendas como la de la Gorgona Medusa, que con el cabello formado por trenzas de serpientes tenía el poder de convertir en piedra a todo aquél que se atrevía a mirarla. Según algunas creencias de aquella época, cualquier representación pintada o esculpida de las Górgonas protegían los edificios y sitios de cierta importancia, por eso Medusa se encuentra en la Cisterna, para protegerla eternamente.
De hecho en el Arte Bizantino las cabezas de Medusa decoraban las asas de las espadas para dotarlas de poder y fuerza.
Se dice también que las cabezas de Medusa fueron colocadas de esta extraña manera para transmitir un claro mensaje del emperador, ya que los dioses paganos habían muerto, y por eso la intención de “aplastarlos” bajo las columnas. Esta idea se ve reforzada por el hecho de que muy cerca existe una cruz grabada. Otras fuentes consultadas indican que fueron colocadas así para no “petrificar” a la gente que las miraba. La realidad es que los historiadores no saben con certeza qué hacen esas cabezas de Medusa invertidas en esas Cisternas.
Descubrir mientras se camina por los puentes de madera esas figuras que sostienen la cisterna, es algo conmovedor.
Es notorio si lo pensamos, como cada unos de nuestros actos es un acto de fe. Es decir, terminamos creyendo siempre en el otro, y terminamos creyendo lo que se nos dice, así sea por mera obligación.
Creer nos salva de lo enfermizo de desconfiar en todo.
¿Pero qué pasa si creemos sin detenernos a pensar? ¿A dudar de eso que parece tan sincero? ¿Y si es una burda mentira?
Cuenta la mitología griega que el Semi Dios Perseo creyó en la historia de la Medusa y salió a buscarla porque tenía una idea para hacer honor a su familia, en este caso a su madre. Dentro de las historias en la mitología griega, ésta es la que representa los valores, la experiencia de los hombres ante el encanto de la mujer, de cómo ésta puede ser la peor enemiga para las de su mismo sexo. Atenea defendió a Poseidón sabiendo que violó a Medusa (sacerdotiza y virgen) y la castigó convirtiéndola en bestia inmortal y exiliándola.
La víctima se convierte en victimario. La mujer no duda del hombre, lo justifica porque alega haber sido capturado por la belleza de Medusa.
La Medusa sería el primer humano que representaría a la muerte y léase todo lo que representa esto hasta metafóricamente.
Medusa abusada no pudo defenderse y quedó sola en una isla y todo aquél que la quisiera ver de frente moría automáticamente, porque al verla quedaba petrificado.
Perseo hizo lo que termina haciendo todo hombre al sentirse desamparado: creer y usar la imaginación.
Camino para atrás, usó su escudo como espejo y así decapitó a Medusa.
Caminar para atrás, hacerlo de manera diferente, pensar de otra manera, imaginar otro final… puede llegar a ser liberador.
Perseo logra así liberar a Medusa y a su madre, quien estaba a punto de quedar cautiva.
Perseo se llevo algo que lo marco para siempre como heroe.
Medusa termina vengada y se hace justicia… interesante final… tan fascinante como la bella Estambul, quien me marco para siempre.
Gracias por el tiempo, ¡Que disfruten de la partida!
Autor
Luciana Mazza Toimil
luciana@medioslentos.com
Ilustración
Barrileteadora (Belén Serra Delmar & Alfredo Cafaro)
Les dejo video donde se observan las Medusas