¿¿¡Tú eres el culpable!!??


¿¿¡Tú eres el culpable!!??

Así como en el amor,  en nuestros trabajos la culpa también vive pululando sin vueltas y sin rodeos. Toma lugar en las escenas más inocentes y hasta en las más desopilantes, las cuales somos capaces de armar y desarmar en los vínculos que cobran vida cuando nos relacionamos en nuestros trabajos.Bastan de testigos las paredes que rodean esas conversaciones escurridizas y a modo de juez,  el pájaro loco que llevamos dentro nuestra cabeza. Además está de jurado algún interlocutor que, sorprendido por nuestra catarsis al escuchar la descripción de hechos y sus interpretaciones, no le queda otra opción más que asentir con su cabeza y decir un “Sí, será así”.Miradas que se cruzan y que  toman forma de dedo acusador, y tienen a éste como capitán de un veredicto. Sin palabra que medie, porque sólo esa mirada es la que se encarga de hacer saber que “El es el culpable “o de que “yo no fui”.

Ya lo dice la letra que suena con aplomo en la voz de Vicentico…Dejarte no fue fácil para que hoy vuelvas a mícon cara de inocentey esa voz de yo no fuiMira que adentro míohay un deseo de venganzade hacer pagar tus culpas y dejarte sin fianzaPensar que ya no puedo ni adorarte como antesporque estoy ocupado en culparte…¿Quién quiere castigo?En mi barrio, como decimos habitualmente, utilizamos la palabra culpa o  culpable, sin detenernos a pensar el peso de ellas, y que por el sólo hecho de decirla nos pone en un lugar poco feliz.Nos embarga una sensación de malestar si somos “culpables”. De algún modo está en juego nuestra honestidad. La mirada del otro hacia nosotros se ve teñida por la “desconfianza”.La palabra culpable se utiliza para definir a quien cometió un delito. Por ende, implica un castigo.En nuestros trabajos, al realizar tareas esperamos resultados pautados. En ocasiones, por diversos motivos, encontramos que los mismos no han sido los esperados. Es ahí cuando la respiración se acorta, nuestros ojos van y vienen pensando en qué momento se escuchará decir: “vos tuviste la culpa”. Ustedes  son los culpables de este resultado. Sentirnos culpables ¿nos hace buscar castigo?¿Es el trabajo el lugar indicado para utilizar la palabra “culpables”? Por evocar un ámbito.¿En quiénes nos convertimos para buscar al culpable? ¿En jueces? ¿A qué apelamos para determinar el castigo? ¿No más saludo afectuoso, no más asignación de proyectos? No más consideraciones, etc, etc.¿Nos tomamos el tiempo para chequear los hechos? Corroborar paso a paso el proceso y dónde estuvo el error, ¿qué pasó? ¿Cómo ocurrió? ¿Qué fue necesario hacer y no se hizo?.O ¿vamos sumando conversaciones de pasillos para darle protagonismo al dedo acusador?¿Quién quiere declararse culpable? Para sólo esperar el castigo y muchas otras veces  buscar nosotros ese castigo.“Responsables”La palabra responsabilidad implica reflexionar, cambiar, crecer, aprender, comprometerse. Habilita hacer acciones diferentes para aportar y ampliar el horizonte de oportunidades. Poder ser parte de ese cambio nos da el lugar de protagonista en nuestros quehaceres. Se escucha más de una vez en los ámbitos laborales  “Hoy en día con la falta de compromiso que hay”. ¿Y si en  vez de culpables, nos responsabilizamos y cambiamos el papel del dedo acusador por el dedo indicador de nuevos horizontes?La responsabilidad nos permite cuidado y atención con nosotros, hacia nosotros y hacia nuestro prójimo. De este modo poner nuestro granito de arena en lo que hacemos es también una forma de ser.Asumir responsabilidad quizás permita construir compromisos y lazos para el futuro. Quizás implica preguntarnos y reflexionar y saber qué cambiar para ser parte.AutorVanesa AmenabarLic. en Adm. Coach personal y de negocios. Practitioner en Programación neurolingüística Certificada.mujeresquehablan@yahoo.com.ar